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Las fotos secretas del 'Guernica'

Siete días duraron los trabajos para el traslado del mítico mural al Reina Sofía

El Guernica y García Lorca, a quien Machado imaginó "caminando entre fusiles", son seguramente los dos símbolos con más fuerza de la guerra civil. La madrugada del 26 de julio, el Guernica salió, como el poeta, camino de su definitivo destino. Pero, a diferencia de Lorca, el mural de Picasso lo hizo escoltado por sirenas protectoras y con toda suerte de cuidados. La imagen pública del cambio de residencia desde el Casón del Buen Retiro al Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía se redujo a unas horas. Pero la historia verdadera del más corto -800 metros escasos- y último viaje del Guernica duró algo más: siete días de arduos trabajos. Y en esta ocasión existe constancia gráfica de cómo se hizo.

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"Ha sido el mayor reto profesional, después de 25 años de experiencia", explica el director del Museo del Prado, Felipe Garín, auténtico responsable técnico del traslado. Ya no suda. Tampoco el ministro de Cultura, Jordi Solé Tura, responsable político del mismo.Pero desde el domingo 19 de julio, cuando comenzaron a ponerse en práctica las más complejas medidas de protección del Guernica, hasta el domingo siguiente, ambos sintieron que caía sobre sus hombros algo más fuerte que los 350 kilos que pesa el mural de Picasso: la necesidad de que todo saliera perfecto porque el Guernica es un enfermo lleno de "heridas de guerra", como ya dijo el propio Picasso y han reiterado los restauradores del Museo del Prado. CualquÍer percance habría sido un dano irreparable, y además imperdonable por la polémica suscitada por su traslado. El ministro ha reconocido que no durmió. Sólo recuperó el aliento al verlo colgado en el grano, la zona destinada, en la segunda planta del Reina Sofía, a acoger el cuadro.

"Muy deteriorado"

"Ha salido bien, pero es que no podía ser de otra manera porque estaban previstas todas las contingencias", dice el director del Prado. El Guernica ha sufrido en el pasado otros traslados, en esta ocasión se decidió no enrollarlo porque, según los especialistas del Prado, "el cuadro estaba muy deteriorado cuando llegó a España, en 1981".

Además, el bastidor de madera de balsa que sujeta la tela es muy débil para las dimensiones del mural: 7,77 por 3,50 metros. "Es el mismo que tenía en el MOMA y está hecho por los americanos, que tienen menos experiencia que nosotros en hacer bastidores para cuadros de este tamaño", relata el director del Museo del Prado, y añade quepor ello tuvieron que fabricar un bastidor de aluminio para reforzarlo frontalmente.

¿El peor momento? "El jueves día 23, cuando cogimos el cuadro entre 15 personas para ponerle el bastidor de aluminio", recuerda Garín. ¿Y el mejor? "Una vez que lo metimos en la caja metálica, en la mañana del domingo 26. El ministro se puso a aplaudir". ¿La polémica sobre el traslado? "Está superada, aunque me parece sano que la gente discuta de temas culturales. Todo ha salido tan perfecto", añade Garín, "que creo que este traslado debe figurar con todos los honores en los libros de museología".

Para los estudiosos, quedan alrededor de 60 horas de vídeo grabadas por la agencia Efe, recogiendo todos los detalles del último traslado de uno de los cuadros emblemáticos del siglo XX y una colección de fotografías que recogen todos los detalles.

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