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Crítica:FESTIVAL DE SALZBURGO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una sacudida emocional

El nuevo Salzburgo tiene ya un punio de referencia: el éxito rotundo coronó De la casa de los muertos de Janacek. Gerard Moitier, el nuevo director del Festival tras la muerte de Karajan, asumía su temporada inicial con valentía. Strauss, con dos títulos; Janacek y Messiaen se unían en el programa a las óperas tradicionales de Mozart. Los primeros problemas surgieron con Riceardo Muti al cancelar a última hora la dirección de La clemenza de Tito por desaveriencias con el director de escena. El clima de tensión latente también se detectó en el ensayo general de De la casa de los Vuertos donde hubo un conflicto con los informadores gráficos. Además, las casas discográficas ven con desconfianza las osadías de Mortier que ya ha anunciado para la próxima lemporada títulos de Monteverdi (con Harnoncourt) y Nono, entre otros. Está claro que con criterios económicos es más rentable Mozart que Janacek, pero si nos ponemos así lo más comercial taI vez sean los popurrís insulsos y descafeinados que ahora tanto cultivan los divos. Si a todos los factores citados unimos que el público de Salzburgo es poco amigo de riesgos y aventuras, se pueden imaginar el ambiente previo a la premiere de la ópera de Janacek. El nerviosismo se mascaba.Clima poético

De la casa de los muertos

De Janacek, a partir de un relato de Dostellewski. Orquesta Filarmónica de Viena. Director: Claudio Abbado.Director escénico: Kla us Michael Grübm Escenografía y vestuario: Eduado Arroyo. GroSsfestpielhaus, Salzburgo, 30 de julio.

Escribió Milan Kuridera, enamorado como pocos de De la casa de los muertos, que la música de Janacek "permanece inclasificable, siempre sorprendente y después de medio siglo siempre a redescubrir". Esta vez el redescubrimiento vino de la mano de Claudio Abbado con una dirección orquestal magistral, riquísima en el concepto global y desbordante de pequeños detalles de matización. La puesta en escena de Grüber y el pintor español Eduardo Arroyo estuvo indenti icada con la dirección musical. No se trató de "explicar" sino de "crear" un clima poético. Un gran árbol (al final lleno de cuervos), un barco en desguace, un muro de cráneos, eran los escasos elementos escenográficos, convenientemente resaltados por los juegos de luces. Huyeron. Grübcr y Arroyo, como también Abbeido, de resaltar los aspectos técnicos y tópicos de la vida en la cárcel.

La música de Janacek sugiere una infinita melancolía. y, aun en las situaciones de sordidez, mantiene la esperanza, el humanismo posible, desde una situación de falta de libertad e insolidaridad.

Ghiaurov, Zednlk, Landridge y el resto de los cantantes se integraron excelentemente en el concepto propuesto y más de 15 minutos de aplausos. de una notable parte del público jalonaron una representación emocionante y simbólica. Fue el comienzo de una nueva era en el festival de ópera más influyente del mundo.

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