Convivir con el sida
CONVIVIR CON el sida se ha convertido en un insoslayable hecho sociológico ante el que no cabe ninguna táctica escapísta. El sida está presente en la sociedad de nuestros días como un riesgo que afecta a todos y que, por ello, exige respuestas solidarias de instituciones e individuos, basadas en la responsabilidad y en la información y no sólo en la mera compasión por sus víctimas.Precisamente esta dimensión solidaria pretende ser resaltada en la VIII Conferencia Internacional sobre el Sida, que acaba de ser inaugurada en Amsterdam (Holanda). El hecho de que esta conferencia, inicialmente prevista en Boston (EE UU), se celebre en la ciudad holandesa muestra el camino que queda por recorrer en cuanto a comportamientos solidarios en el tratamiento del sida: Estados Unidos, el país que transmitió la enfermedad en las sociedades desarrolladas y que concentra el mayor número de enfermos, sigue empeñado desde 1987 en no dejar entrar en su territorio a los seropositivos de otros países. De tener sentido esta absurda y discriminatoria política, lo tendría:, en todo caso, más respecto a los que salen de ese país que a los que entran, como precisó en su día el ex ministro de Sanidad español Julián García Vargas.
Este comportamiento socialmente solidario frente a la enfermedad -se trata, en definitiva, de "aprender a vivir con un problema que nos acompañará el resto de nuestras vidas", según ha afirmado Jonathan Mann, director del Harvard AIDS Institute- se hace más imprescindible por cuanto que el esfuerzo global contra el sida se halla en estos momentos en un preocupante, punto muerto y sigue sin vislumbrarse el hallazgo de un antídoto. Es cierto que la expectativa de vida media ha aumentado desde el diagnóstico de la enfermedad, que numerosos medicamentos logran paliar e incluso controlar el proceso de enfermedades oportunistas ligadas a la infección y que muchos tabúes y prejuicios han caído frente al sida, dando paso a actitudes más racionales. Pero ello no quita que el sida siga siendo, 11 años después de su aparición, un problema social y sanitario de primer orden, que hace estragos en los países industrializados (en España, los casos de sida han pasado de 9.000 a 14.000,en el último año), que condiciona el porvenir de los más pobres -es el caso del África subsahariana- y que se extiende peligrosamente entre las poblaciones de Asia y del Pacífico.
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