La CSCE está dispuesta a intervenir para atajar las guerras nacionalistas en Europa
La Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE), que agrupa a 52 países, está dispuesta a intervenir en los conflictos de la Europa de la posguerra fría para tratar de solucionarlos. La forma de actuación sería similar a la de las Naciones Unidas, con el envío de fuerzas de pacificación o cascos azules, con participación de la OTAN y de la Unión Europea Occidental (UEO). La aplicación práctica de este proyecto, aprobado ayer en Helsinki, plantea, sin embargo, algunos desacuerdos. Las primeras misiones visitarán Yugoslavia y el enclave de Nagorni Karabaj.
La sesión de ayer -en la que participaban, entre otros, los presidentes de Estados Unidos, George Bush, y de Rusia, Borís Yeltsin- se centró en los conflictos nacionalistas y en la necesidad de atajarlos antes de que lleguen a la etapa sangrienta de Yugoslavia.Todas las voces se alzaron ayer a favor de que la CSCE se implique más en la prevención de los conflictos. Queda por ver sin embargo cómo se concretarán estas buenas intenciones una vez confrontadas a la realidad, y cómo la CSCE logrará articular su actuación con la de las organizaciones militares ya existentes en el Viejo Continente, la OTAN y la UEO. "Hay una distancia muy grande entre la teoría y la capacidad práctica" de la CSCE, afirmaba ayer el presidente español Felipe González.
El secretario general de la OTAN, Manfred Wörner, declaró por su parte que los países miembros de la organización participarán individualmente, y caso por caso, en las misiones de paz, aunque la CSCE tendrá el control de las fuerzas de paz.Un programa detallado
El presidente Bush, al referirse a los conflictos nacionalistas, propuso un programa de varios puntos: hacer irreversible el cambio democrático, estimular a los Estados miembros a que se responsabilicen del cumplimiento de las normas de conducta de la CSCE y a que sancionen a quienes las violen (caso de Yugoslavia) e instar a la CSCE a fortalecer los mecanismos para el arreglo rápido de los conflictos.
El presidente de Francia, François Mitterrand, últimamente muy implicado en el conflicto yugoslavo, aludió también en su intervención al peligro de los nacionalismos emergentes. Rechazó la intolerancia étnica y reiteró su propuesta de crear un tribunal permanente de conciliación y arbitraje, competente para abordar sin dilación cualquier conflicto nacionalista que surja en Europa. La idea, sin embargo, no prosperó.
La nueva política intervencionista en misiones de paz se pretende inaugurar en Yugoslavia y en Nagorni Karabaj, el enclave en disputa entre las antiguas repúblicas soviéticas de Armenia y Azerbaiyán. Las dificultades para llegar a un texto aprobado por todos, sin embargo, ilustran el contraste entre la voluntad de actuación directa de la CSCE y los problemas prácticos que se les plantean.
En el caso yugoslavo, los países miembros de la UEO tienen previsto discutir hoy una posible acción naval para forzar el cumplimiento de las resoluciones de las Naciones Unidas contra Serbia. Fuentes diplomáticas indicaron al respecto que están muy avanzados los planes para enviar una fuerza naval al mar Adriático.
Yugoslavia, ahora integrada sólo por Serbia y Montenegro, ha sido suspendida de la CSCE hasta el 14 de octubre, aunque la sanción se prolongará más si este país no coopera con las misiones de la CSCE que investiguen la situación en Kosovo y Voivodina, e incluso con las que sean enviadas a Serbia y Montenegro.
La CSCE prepara una declaración sobre Yugoslavia en la que responsabiliza a Belgrado del sangriento conflicto que sacude la región de los Balcanes. El texto, que con toda seguridad será aprobado por la cumbre, afirma que Belgrado ha actuado en clara violación de sus compromisos con la CSCE.En el caso de Nagorni Karabaj, se estudia también el envío de una misión de observación integrada por 100 militares, aunque algunas delegaciones, como la de Suecia, consideran que antes de enviarla debe haber un alto el fuego en la región, y las partes implicadas deben mostrar su voluntad política de llegar a un acuerdo de paz.
La presencia de las tropas rusas en los países bálticos fue otro aspecto de la seguridad europea expuesto en la conferencia. El presidente de Estonia, Arnold Ruutel, criticó la "incapacidad" de la CSCE para solucionar este problema que afecta a Estonia, Letonia y Lituania, que tienen en sus territorios a 130.000 soldados rusos. "Esto", dijo, "representa una amenaza para la seguridad del norte de Europa".
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