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Postsocialismo y economías de mercado

Los autores basan su artículo en una extensa reflexión sobre los procesos de reforma económica que se están produciendo en todo el mundo. No obstante, prestan especial atención a los acaecidos en los ex países socialistas, ya que suponen desmantelar sistemas de planificación centralizada y crear economías de mercado, transfiriendo los medios de producción a la propiedad privada.

En una gran variedad de países, en diferentes contextos y regiones, se están llevando a cabo procesos de reforma económica destinados a transformar las estructuras y las instituciones económicas. Su orientación general es realzar las funciones del mercado, tanto interno como nacional, y reducir las del Estado. Son bien conocidas las reformas económicas llevadas a cabo en los países latinoamericanos, así como las que se intentan en Europa Oriental y la ex Unión Soviética. Pero también se vienen introduciendo transformaciones similares en China, en las economías del sureste asiático, e incluso en muchos países de la OCIDE. En España y Francia, por ejemplo, gobiernos socialistas también han venido adoptando políticas de liberalización y desnacionalización.La reforma económica en los ex países socialistas son las mas drásticas, pues significan desmantelar sistemas de planificación centralizada y crear economías de mercado transfiriendo los medios de producción a la propiedad privada. Se trata de procesos extremadamente complejos por varias razones. Hay graves problemas macroeconómicos, pues el colapso del viejo sistema y los procesos de reforma han producido severos desajustes monetarios, fiscales y en el sector productivo. La inflación promedio en Europa Oriental en 1991 fue del 150% y en Rusia llegó al 700% en los primeros cinco meses, de 1992. La producción durante 1990-91 cayó entre un máximo del 35% en Bulgaria y un mínimo del 15% en Hungría, y un 20% en Polonia y Checoslovaquia. Es posible que estas cifras se compensen en alguna medida con el incipiente desarrollo del sector privado.

Otro problema es la privatización y el cambio institucional, que ha sido relativamente rápido en los servicios y el comercio pero muy lento en. las grandes empresas públicas. En éstas se teme que la privatización y la reestructuración creen un desempleo masivo y grandes dificultades operacionales, sin contar con las resistencias de las burocracias y tecnocracias afectadas. Además es preciso crear un nuevo marco legal que garantice la propiedad privada de los medios de producción, un sistema bancario moderno que permita el funcionamiento del mercado financiero y también mejorar la infraestructura física. Todo esto requiere tiempo y éste se hace cada vez más escaso.

Otra dimensión son los agudos costes sociales y políticos de las reformas. Desde 1989, en Europa Oriental los salarios reales se han reducido aproximadamente un 30% y el desempleo llega al 11%- 12%. Esto crea inseguridad y ansiedad en poblaciones que consideraban el pleno empleo como un derecho. A ello se agrega que el mercado y la competencia producen creciente diferenciación económica y desigualdad. Como ello, se da junto a la creación de sistemas democráticos multipartidarios, la complejidad de la_ gestión económica y política es enorme.

Otro caso interesante después de 1978 es el de China, donde la reforma económica ha sido un proceso gradual y evolutivo de creciente coexistencia entre mercado y Estado. Se comenzó desregulando el sector agrícola en 1978, para continuar en 1984 con las empresas estatales en el sector industrial y la creación de "zonas económicas especiales" en el sur del país. El resultado ha sido un crecimiento impresionante del producto nacional de cerca del 9% anual en el periodo 1978-91 en un contexto de relativa estabilidad macroeconómica.

Economías mixtas

La reforma económica en las economías capitalistas mixtas ha tenido el mismo signo, aunque las condiciones eran muy diferentes en cuanto al tamaño y funciones del Estado, la libertad de empresa y la propiedad privada de los medios de producción.

En el caso latinoamericano la preocupación dominante ha sido la estabilización macroeconómica debido a la inflación crónica, los conflictivos distributivos y la vulnerabilidad externa características de esta región. En los casos de México y Chile se ha logrado reducir la inflación a alrededor del 20% anual desde cifras mayores a los tres dígitos, pero el proceso tardó alrededor de siete años. La recuperación de las inversiones y el crecimiento después del ajuste también ha sido un proceso lento. En muchos otros países ello aún no se logra. Son experiencias a tomar en cuenta en. las transiciones de los ex países socialistas.

Las reformas económicas en Corea, Taiwan, Singapur y Hong Kong son las que llevan más tiempo -varias décadas- y han sido muy exitosas en términos de crecimiento e integración al mercado mundial. Se ha evitado la inestabilidad macroeconómica lográndose enfocarlas políticas de reforma hacia el desarrollo de mediano y largo plazo. El grado de intervención estatal en apoyo de estos logros de rápido crecimiento y competitividad internacional ha sido importante, pero ha tomado formas novedosas que constituyen un interesante tema de debate.

Europa Occidental, la cuna del capitalismo, tiene un gran atractivo para los ex países socialistas del Este en virtud de su proximidad geográfica y su prosperidad económica. En muchos de estos países en los años ochenta se llevaron a cabo reorientaciones radicales en sus políticas económicas, desplazándose también el énfasis intervencionista que prevaleció durante la posguerra hacia un mayor énfasis en la economía de mercado. El caso del Reino Unido fue el más radical, pero la orientación general también se ha manifestado, en Francia y España.

El examen comparativo de estos procesos de reforma económica sugiere algunas lecciones. Una primera pareciera ser que la estabilización y consolidación macroeconómica es una condición esencial para proseguir con otras reformas estructurales y también para lograr, posteriormente, la recuperación de la inversión y el crecimiento. Otra conclusión es que llevar a cabo una liberalización generalizada antes de lograr estabilizar los parámetros macroeconómicos puede generar ciclos económicos especulativos e, insostenibles, y conducir a la frustración de las políticas de reforma. Otro tema crítico es la opción entre tratamientos de choque versus procesos graduales. Los primeros, como en los casos de Europa Oriental y Rusia, tienden a adoptarse cuando las condiciones iniciales son extremadamente críticas. Requieren un considerable apoyo Político, puesto que implican, al menos inicialmente, graves costes sociales.

Si éstos se mantienen por demasiado tiempo, el apoyo político inicial tenderá a desaparecer. El gradualismo, como en los casos de China y el sureste asiático, ha sido más factible porque los desequilibrios iniciales eran menores. En todo caso debe tenerse presente que construir nuevas instituciones, alterar normas de comportamiento y cambiar estructuras sociales son, inevitablemente, procesos graduales y evolutivos.

No puede olvidarse en todo esto que la reforma económica se superpone a la política. Democracias frágiles con sistemas de partidos fragmentados, e instituciones sociales y gobiernos débiles, no constituyen un ambiente político favorable para llevar a cabo y consolidar reformas económicas complejas y, a menudo, dolorosas. En estas condiciones los gobiernos enfrentarán el difícil dilema de posponer la reforma económica a fin de evitar crisis políticas o correr el riesgo de arriesgar el proceso de democratización para llevar a cabo políticas económicas dolorosas. ¿O será posible conciliar estos extremos?

Éstos son algunos de los acuciantes problemas que enfrentan las reformas económicas que serán sometidas a debate hoy en el seminario de El Escorial.

es director de Pensamiento Iberoamericano. Revista de Economía Política, y es economista del Banco Mundial.

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