Respuesta a Gil Calvo
en su artículo de opinión publicado en su diario de fecha 11 de junio de 1992, que los sindicatos y el Gobierno han pactado no pactar para, tácitamente y de modo nada explícito, poder pactar y así dar la imagen ante sus antigubernamentales bases de que aquí no se pacta, para de esta forma poder alcanzar pactos sociales no escritos. Para ello montan un teatro de operaciones que consiste en convocar una huelga general.Este análisis no tiene menos peso intelectual que este otro: el radicalismo del sindicato socialista es una pantomima destinada a perpetuar el mandato socialista, ya que hace las veces de oposición, oscureciendo, de hecho, a los partidos y manteniendo el voto eternamente. Podríamos extendemos y, en párrafos de no más de cinco líneas, necesitar toda la superficie de la prensa escrita nacional para poder imprimir todos los análisis posibles.
Desde la posición que ocupo en el sindicato, y dentro de la humilde condición de trabajador y ciudadano, estoy obligado a intentar esclarecer en lo posible la trama de lo que Gil Calvo y otros consideran un epígrafe del gran teatro del mundo.
La convocatoria de una huelga es siempre una decisión compleja, y desde luego muy meditada en el seno de los órganos del sindicato al que pertenezco, y si ésta es general, la responsabilidad y preocupación aumentan hasta el límite. Una decisión de estas características rompe la dinámica interna, desestructura el trabajo cotidiano, supone un esfuerzo personal y económico considerable, todo ello en aras de un acuerdo que debía haberse producido antes del acontecimiento.
Estoy en condiciones de asegurar que la UGT no tiene intención de lanzar a sus cuadros y afiliados a la huelga general para tranquilizar a sus radicales bases y poder pactar de forma no explícita. Para terminar, pactaremos cuando se nos ofrezca esta posibilidad dentro de lo que a nuestro juicio sea razonable acordar, y movilizaremos si es necesario pira defender los intereses de nuestros afiliados y de aquellos que no lo son. Las cosas no son tan simples y a la vez tan alambicadas.
Lo que los sindicatos UGT y CC OO reclamamos es un verdadero diálogo y negociación con el Gobierno, que formalice un auténtico pacto institucional que sitúe a este país en condiciones de
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afrontar la integración con el resto de la Comunidad Europea, pero en auténtico pie de igualdad, en tanto que esta integración o convergencia afecta fundamental y decisivamente a los ciudadanos, y especialmente a aquellos que viven de su trabajo.
En Europa, los Gobiernos de los países con los que vamos a converger -y competir- practican como método clave de su competitividad el diálogo social.
Son conscientes de que lo más valioso que tienen son sus recursos humanos, y consideran a los sindicatos como principales interlocutores en la vertebración social. Ello, al parecer, les ha brindado rotundos éxitos si se analizan bajo el prisma del desarrollo y del bienestar de Alemania, Francia, Bélgica, Holanda, Dinamarca, etcétera.
El reino Unido, que optó por el enfrentamiento, tiene serios problemas de crecimiento económico y bienestar social, pese al análisis triunfalista que se quiera hacer -y que, ¡qué casualidad!, también lo hace nuestro Gobierno- de los resultados electorales.
Quiero con ello, muy esquemáticamente, rebatir al doctor Gil Calvo y hacer ver, una vez más, que el posicionamiento sindical y el recurso incluso a la huelga general para lograr nuestras reivindicaciones es claro: participación democrática en las decisiones que afectan a los trabajadores, control de la gestión de las empresas e instituciones públicas, mejora de los servicios públicos, auténticas políticas de bienestar y seguridad social.- Secretario del sector de Sanidad de la CEF de la FSP-UGT.
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