"No hay marcha atrás en Benderi"
Los independentistas del Transdniéster, dispuestos a resistir el asedio de Moldavia
"No hay marcha atrás". Vladímir Kosak, un mecánico ajustador convertido en soldado defensor de la ciudad de Benderi asediada por los moldavos, no cree que el llamamiento al alto el fuego hecho el jueves en Estambul por los presidentes de Moldavia, Rumania, Rusia y Ucrania vaya a servir de mucho. "Con ese pacto no me van a conformar", aseguraba ayer. "Mucha gente se está uniendo a nosotros y sólo nos hacen falta más armas". "No pasarán", gritó en español. Benderi, de mayoría rusa, está en la ex república soviética de Moldavia.
SEBASTIÁN SERRANO, ENVIADO ESPECIAL
Kosak es uno de los encargados de custodiar el acribillado ayuntamiento de Benderi, la ciudad que fue asaltada por sorpresa por los soldados moldavos durante la madrugada del pasado sábado, lo que produjo, según sus defensores, medio millar de muertos y más de 3.000 heridos, la mayoría civiles.Kosak forma parte de una tropa que calza zapatos, zapatillas o playeras, viste cualquier cosa que dé al usuario cierta apariencia militar y se mueve con relativa tranquilidad por entre los vidrios rotos y los edificios bombardeados de la parte de la ciudad que controla, muchas veces a unas pocas manzanas de las líneas enemigas.
El mecánico ajustador habla atropelladamente. "Al principio nos conformábamos con que Moldavia considerara el Transdniéster como zona económica especial. Luego pedimos una federación. Pero ahora no nos conformamos con menos que la independencia".
Esta opinión de un soldado improvisado no sólo es compartida por sus compañeros de armas, sino que la portavoz oficial del Gobierno de la denominada República Moldava del Transdniéster dice lo mismo. "El Congreso de Representantes de nuestro pueblo", explicó Yelena Yefimova, "se mostró a favor de la independencia a lo largo de un proceso que empezó en marzo y acabó este mes. Y luego ha sucedido la matanza de Benderi", subrayó. Por si quedaba alguna duda de que en su opinión se seguirá peleando, agregó: "Somos un pueblo invencible. Ya lo verán".
Yefirnova se quejó de que a la reunión de Estambul no fueran invitados los representantes del Transdniéster. Este hecho permitió ayer a su Gobierno no manifestarse sobre el acuerdo de los cuatro presidentes con el argumento de que el texto aún no se les había entregado oficialmente. En todo caso, la portavoz llamó la atención sobre el hecho de que seguían produciéndose ataques moldavos.
El mando del 14º Ejército, desplegado en la zona, pero bajo jurisdicción rusa, informó ayer que sus unidades de defensa antiaérea habían evitado por la mañana un ataque de la aviación moldava contra "objetivos económicos" situados a sólo nueve kilómetros de Tiráspol, la capital del territorio que, a su vez está, a trece kilómetros de Benderi. Los militares rusos insistieron en su neutralidad pero su nota subrayó que no iban a permitir bombardeos.
Aunque las autoridades de Moldavia no cesan en sus acusaciones contra el Ejército ruso de que está ayudando a los secesionistas, los irregulares que defienden Benderi opinan todo lo contrario. "No nos ayudan. Si nos dieran buen material y blindados, esto sería otra cosa", asegura el capitán Kitavir, un azerbaiyano que se ha sumado a la defensa del Transdniéster.
Arkadi Shabliuchenko es el encargado de reclutar efectivos para la lucha sentado delante de una mesa plegable. También él se queja de la falta de material. "Hace dos noches dejamos de repartir fusiles porque se nos acabaron". Shabliuchenko se quejó de que "el enemigo" sí tiene artiIllería y morteros, y lamentó no tener mejor material para acabar con "sus torturas y sus matanzas de mujeres y niños". Muy serio, agregó: "Son fascistas. Ni los nazis llegaron a hacer lo que han hecho ellos. Vean si no, las fotos que tienen guardadas en la sede del Comité Obrero".
Son unos fascistas"
Ya en el local, las fotografías: en dIos de ellas se podía ver el cuerpo desnudo y atado a un árbol con las manos atrás de Serguéi Krasutski, uno de los combatientes muertos en Benderi; en otra aparecía el cuerpo mutilado y calcinado de Serguéi Velichko, de origen húngaro.
"Son unos fascistas", insistió otro joven miliciano en el momento en que se oyeron dos disparo,s a lo lejos. "Si no, ¿cómo se explica que fusilaran a los muchachos de una escuela?", agregó.-Tienen francotiradores por todas partes y algunos son mujeres adiestradas en escuelas de tiro deportivo del Báltico", aseguró otro. Y un tercero mostró una granada y un fusil de fabricación rumana tomados al enemigo. "Para que vea todo el mundo que Rumania sí les está pasando armarrientos", gritó.
Una anciana se acercó al grupo y, sollozando, se puso a explicar su historia. "El sábado pasado, guardias moldavos tiraron al suelo a mi marido, que es inválido, y se pusieron a darle patadas. Y para que no le pudiera ayudar, me apuntaron con una metralleta". Al acabar la anciana, un joven miliciano, apuntando con el dedo hacia el lado de la ciudad que ocupa el Ejército moldavo, le acusó de haber matado a su mejor amigo. "Eso no lo voy a perdonar. Seguiré matando, pase lo que pase". Lo dijo muy serio.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.