Los árabes, divididos ante la victoria de Isaac Rabín
Isaac Rabin, el líder laborista, no es Isaac Shamir, el dirigente derechista del Likud. Pero la victoria del primero sobre el segundo no terminaba ayer de galvanizar a los árabes, que en manifestaciones dispares oscilaban entre la esperanza y el abierto recelo tras el triunfo laborista en las elecciones israelles. Y era una reacción comprensible. Los árabes saben mejor que nadie que el cambio de Gobierno en Jerusalén no entraña automáticamente buenas noticias.
Rabin ha prometido acelerar las negociaciones de paz haciendo concesiones territoriales y reconociendo gradualmente los derechos políticos de los palestinos, incluyendo un sistema de autonomía. La respuesta árabe, especialmente la de los palestinos, es muy clara: ver para creer.Con la reputación que se ha ganado el ex general Rabin a lo largo de su vieja campaña contra los árabes en el inicio de la Intifada, resultaba ayer fácil comprender la desconfianza entre los miembros de esta comunidad. El ex ministro de Defensa es un duro de verdad y no sólo como soldado, sino tambien como político.
Por ahí andan cojeando los palestinos que tiraban piedras en los días de la política de "fuerza, poder y palizas" con la que Rabín autorizó al Ejército a fracturar huesos de los palestinos alzados. A pesar de su brutalidad, el sistema no funcionó, y la condena internacional obligó a Rabín a abandonar esa política de garrote.
Optimismo mitigado
Por ello, su victoria no suscitó el grado de optimismo entre la comunidad árabe que seguramente él mismo esperaba. Egipto, el único país árabe que mantiene relaciones diplomáticas con Israel, batió nerviosamente palmas al conocerse la noticia de que Rabin va a reemplazar a Shamir. Pero más que otra cosa fue un gesto de cortesía.
"Esperamos que el resultado [de las elecciones] aporte un vigoroso impulso a los esfuerzos de paz y que brinde la oportunidad de conseguir una reconciliación histórica entre árabes e israelíes", declaró Osama el Baz, uno de los principales asesores del presidente egipcio, Hosni Mubarak.
La reacción inicial de palestinos y jordanos fue mucho más entusiasta que las declaraciones oficiales que se hicieron ayer en Anirnán y otras capitales, una vez confirmado el triunfo laborista. La Organización para la Liberación de Palestina (OLP) está interesada en aprovechar la oportunidad para emplazar al nuevo Gobierno israelí a reconocerla como única y legítima representante de los palestinos.
Los israelíes "votaron contra la,guerra y el terrorismo", aseguró en El Cairo, procedente de Aminán, el jefe de la OLP Yasir Arafat. Por su parte, Bassáni Abu Sharif, el asesor que a veces actúa como portavoz y globo sonda de Arafat, declaró a Radio France: "Estoy dispuesto a reunirme ahora con el señor Rabin a fin de lograr una paz global en Oriente Próximo no sólo para nuestra generación, sino para las generaciones futuras de palestinos e israelíes. Estoy seguro que si el señor Rabin inicia negociaciones con los líderes palestinos, el problema va a ser solucionado".
Para muchos palestinos de los territorios ocupados, el triunfo del laborismo entraña sobre todo una oportunidad para verificar si Israel, bajo un nuevo Gobierno influenciado por la izquierda, está realmente preparado para hacer concesiones en aras de la paz en la zona.
Hanán Ashraui, la portavoz de la delegación palestina que abrazó públicamente a Yasir Arafat en Aminán la semana pasada, es partidaria de la máxima prudencia. "Creo que va a ser un largo y difícil proceso de paz, pero al menos éste ya no es rehén de la ideología del Likud; podemos finalmente comenzar a negociar los -temas de fondo", declaró la portavoz palestina en Ammán. "Esperamos que una vez formado, el nuevo Gobierno cumpla con los pasos que ha anunciado anteriormente", añadió, manteniendo sin embargo la prudencia: "Yo aconsejaría no ser demasiado optimista".
Rabin ha basado su programa electoral en la idea de congelar los asentamientos judíos en los territorios ocupados, por lo menos los que califica de políticos. Tambien ha dicho que quiere ver completado un esquema de autonomía gradual en un período de nueve meses para el millón y medio largo de palestinos que viven bajo la administración israelí en los territorios de Gaza y Cisjordania desde la guerra de 1967.
El Golán, intocable
Su flexibilidad en torno a la posibilidad de devolver territorios ha captado la atención de los árabes y de las potencias que apoyan el proceso de paz iniciado en Madrid como única alternativa para evitar una nueva guerra en Oriente Próximo. Pero ayer, la radio israelí dijo que Rabin, a pesar de todo, no va a abordar la cuestión de los altos del Golán, arrebatos a Siria en 1967, debido a su valor estratégico, para la seguridad de Israel.
Horas antes, el ministro de Exteriores sirio, Faruk el Shaara, se había encargado de reafirmar la postura de Damasco, el mas acérrimo enemigo de Israel. "Nosotros en Siria juzgamos las políticas de los Gobiernos a través de sus acciones; por tanto no vamos a pronunciarnos anticipadamente sobre ¡apolítica de Rabin respecto del proceso de paz", dijo el ministro sirio.
En Beirut, el gobierno pro-sirio adoptó también la línea cautelosa de Damasco, que contrasta, en cambio, con las esperanzas de Marruecos. El Gobierno de Rabat dijo que la derrota del Likud y el advenimiento del labo rismo representaban una señal "alentadora" para la búsqueda de la paz en la región.
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