La peripecia de la liberación de los rehenes en Líbano se convierte en un misterio
El paradero de los ciudadanos alemanes Heinrich Struebig y Thomas Kemptner, supuestamente liberados en Libano, permanecía anoche en el más absoluto misterio. A pesar de declaraciones oficiales en Siria, la jornada no produjo ninguna novedad sobre el paradero de los secuestrados.
Como siempre en Beirut, el campo para la especulación era bastante amplio pero el enviado especial de Bonn, el ministro Berrid Schmidbauer, no sólo parecía confiado en que Struebig y Kemptner saldrían en libertad en cualquier momento sino que advirtió que no partiría sin ellos. "Estoy seguro de que en las próximas horas partiremos a Alemania. No nos iremos sin los rehenes", dijo Schmidbauer tras una reunión con el presidente libanés Elías Hraui.Los diplomáticos alemanes no obtuvieron ninguna confirmación de que" Struebig, de 51 años, y Kemptner, de 31, han recobrado su libertad, como anunció la agencia siria de noticias SANA en un despacho desde Damasco. El suspenso aumentó considerablemente cuando el ministro libanés Nabih Berri amplió el plazo de la liberación hasta "dentro de las próximas 24 horas". Una de las pocas cosas que emergía con claridad en Beirut era el hecho de que los secuestradores de los alemanes están tratando de capitalizar al máximo la incertidumbre. Si bien la liberación de los alemanes vendría a cerrar el capítulo de casi una década de secuestros de ciudadanos occidentales en Líbano, también expondría una realidad un tanto eclipsada: Una vez que Struebig y Kemptner salgan en libertad, el rehén más emblemático de Oriente Próximo será sin duda Abdel Karim Obeid, el jeque shií secuestrado por comandos israelíes que irrumpieron en su casa del sur del Líbano en julio de 1989.
Obeid simboliza la causa de centenares de libaneses encerrados en cárceles controladas por Israel y dentro del mismo estado judío y de cuya liberación depende, a su vez, la suerte del aviador israelí Ron Arad. Cuando Struebig y Kemptner salgan en libertad no serán los únicos en felicitarse y respirar con alivio. Irán y Siria habrán demostrado otra vez el lado benéfico de su influencia entre los sectores musulmanes más radicalizados de Líbano. Bonn niega haber pactado en secreto con los secuestradores.
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