Más de 2.000 millones de toneladas de basura anuales amenazan con colapsar el planeta
Cada norteamericano genera dos kilos de basura diarios; cada habitante de la CE, un kilo; cada español, 800 gramos. Con estas cantidades, la sociedad desarrollada está cayendo en el absurdo de tirar casi tanto como produce. Al mundo le está comiendo la mierda, por decirlo pronto y en castellano puro. Dentro de ese aluvión pestilente, hay una parte, y no pequeña -casi 350 millones de toneladas cada año-, especialmente peligrosa: los residuos industriales. Si en ningún caso esconder la porquería debajo de la alfombra es buen sistema, con los residuos industriales el descontrol puede ser pura dinamita.
Comprar un pequeño pastel de albaricoque en los almacenes británicos Harrods -uno de los paradigmas del exquisito consumismo- supone dotar al comprador con dos o tres aparatosos envoltorios: desde servilletas de papel hasta recipientes y bolsas de plástico que abultan el doble que la mínima golosina. Retirarse a una turística playa puede significar verse envuelto en una maraña de latas o plásticos agazapados en cualquier esquina, rincón, ola o matorral. Son sólo dos ejemplos del derroche de materia y energía en los países ricos.Este asunto es uno de los que más cerca pilla al ciudadano, que ve cómo puede contribuir a mejorar el medio ambiente: ahorrando basura -aunque suene raro- o por lo menos poniéndola en su sitio para hacer posible su reciclaje. En España, de los 13 millones de toneladas de residuos sólidos urbanos, un 25% se vierte sin control.
Pero también aquí la industria es la que más puede hacer. Según la ONU, la industriafabrica cada año 2. 100 millones de toneladas de residuos sólidos y casi 350 millones de desechos peligrosos (10 millones en España). Buena parte se vierten de forma incontrolada a ríos, mares y tierras. El Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA) calcula que entre el 10% y el 15% de estos, los peligrosos producidos en Europa van al mar. Los catálogos de puntos negros han comenzado a proliferar. En 1990, la Agencia de Protección Medioambiental de EE UU identificó 32.000 puntos peligrosos, de los que 1.200 necesitaban una intervención urgente. En Alemania hay 50.000 puntos.
Las soluciones son controvertidas y están sujetas a miles de intereses comerciales, hasta el punto de que el tráfico transfronterizo de basura es un pingüe negocio. La ONU calcula que cada cinco inínutos un cargamento con residuos peligrosos cruza una frontera dentro de la OCDE. La exportación de esta basura al Tercer Mundo ha sido especialmente denunciada en los últimos meses. Según la ONU, Europa envía 120.000 toneladas al Tercer Mundo al año.
Las empresas de envasado y embalaje -las principales aportadoras a las montañas de basuras urbanas- se han lanzado a una carrera para no perder cuotas de mercado haciendo envases reciclables (la recogida selectiva de basuras es un sistema muy implantado en países como Holanda y Dinamarca; en España está en fases piloto en Pamplona y Madrid) o biodegradables.
Las incineradoras -tanto urbanas como industriales- son para muchos -generalmente para las administraciones públicas- la salida más viable para impedir el crecin-úento desmesurado de basura. Se han extendido por países como EE UU, Alemania, Francia y Reino Unido. Sin embargo, las organizaciones ecologistas se oponen a estas instalaciones, porque dicen que lo único que hacen es convertir la contaminación de aguas y tierras en contaminación atmosférica.
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