De mujer en mujer
A finales de los años ochenta, el viajero veneciano, corresponsal de L'Europeo y novelista Alberto Ongaro gana el codiciado premio Campiello con su novela La partita. Una simbólica historia de itinerario, ambientada en el siglo XVIII, donde el también veneciano Francesco Sacredo, tras jugarse su alma con el diablo, encarnado por la condesa Matilde von Wallenstein, y perderla, huye hacia Lyón perseguido por dos sicarios de la condesa mientras vive diversas aventuras.Los poderosos productores Mario y Vittorio Cecchi Gori le compran los derechos y se plantean hacer una cuidada producción, rodada en los lugares donde transcurre la acción, con una minuciosa ambientación y protagonizada por los norteamericanos Matthew Modine, Jennifer Beals y Faye Dunaway, la francesa Corinne Clery, la italiana Federica Moro y la española Ana Obregón, y encargan la dirección a Carlo Vanzina. Hijo del prolífico especialista en comedias Stefano Vanzina, más conocido por su seudónimo Steno, Carlo Vanzina debuta como realizador en 1976, y a lo largo de 15 años rueda unos veintitantos lar gometrajes que le sitúan como un técnico eficaz y seguro, pero tan poco creativo como su padre. Juegos prohibidos de una dama, absurdo e ineficaz título castellano, que ofrece lo que no contiene, es su proyecto más ambicioso, pero sólo consigue extraer de él una rutinaria producción comercial más.
Juegos prohibidos de una dama
Carlo Vanzina. Guión: Enrico y Carlo Yanzina. Italia, 1991. Intérpretes: Matthew Modine, Jennifer Beals, Faye Dunaway, Ana Obregón. Estreno en Madrid; cines Imperial, Vergara, Albufera.
El problema de la novela de Alberto Ongaro era que los sucesos que ocurrían en cada capítulo no tenían especial atractivo, y la personalidad del protagonista, único personaje con un mínimo de entidad, carecía de profundidad y no evolucionaba a lo largo de la narración. La película de Carlo Vanzina, a pesar de haber colaborado en el guión en unión de su hermano Enrico, no ha logrado salvar estos inconvenientes y ha creado algunos nuevos.
Juegos prohibidos de una dama subraya el tono erótico del original, de forma que, el itinerario del protagonista, la huida de Francesco Sacredo, sea un corretear de mujer en mujer, de cama en cama, pero al mismo tiempo huyendo de cualquier posible exceso de este tipo. Y, por otro lado, deja tan de lado el simbolismo de la novela que, cuando al final lo retorna, no se entiende qué ocurre entre el protagonista y su oponente femenino en la larga partida que es la obra.
La novela La partita intenta ser un retrato de la Italia del siglo XVIII, una historia de aventuras, una fábula con implicaciones kafkianas, un cuento infantil con estructura repetitiva y una alegoría donde la vida se debata sobre la muerte, pero lo cierto es que se queda en un peligroso campo intermedio.
Por su parte, la película Juegos prohibidos de una dama es mucho más modesta y sólo pretende ser una aventura de época llena de erotismo, con una alegoría final, pero mientras lo primero sólo lo consigue a medias por falta de fuerza y miedo a rozar lo pornográfico, lo segundo no consigue reflejarlo.
Babelia
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