Uno de cada dos españoles cree que la huelga del pasado jueves no servirá para nada

Más de la mitad de los españoles quieren que el Gobierno y los sindicatos retomen el diálogo sobre la política económica. Según un sondeo de Demoscopia efectuado horas después de la huelga general, el 69% de quienes pararon aseguran haberlo hecho para exigir la negociación, y lo mismo desea el 53% de los españoles. Sin embargo, el presidente del Gobierno, Felipe González, no se reunirá con los sindicatos hasta que dejen de practicar "el sindicalismo del no", según manifestó ayer la ministra portavoz, Rosa Conde.

Uno de cada tres trabajadores ha apoyado la huelga que los sindicatos convocaron el pasado miércoles en el País Vasco y Navarra, y ayer en el resto de España, para protestar contra el decretato, el paquete de medidas restrictivas del subsidio de desempleo aprobado por el Gobierno, según un sondeo de Demoscopia realizado para EL PAÍS. La mayoría de los españoles se muestran escépticos a la hora de evaluar la eficacia de la protesta: más de la mitad -el 51%- opinan que la huelga "no va servir para nada". En cuanto a los motivos que llevaron a los trabajadores a secundar la huelga, sólo el 10% asegura que paró para exigir la retirada del decretazo, en tanto que el 69% dice haberlo hecho para forzar la negociación entre el Gobierno y los sindicatos. El 53% de los ciudadanos pide asimismo el diálogo entre las dos partes, aunque no hayan secundado la huelga. El porcentaje de población activa que apoyó la protesta es del 34, frente al 75 que respondió al anterior llamamiento de las centrales sindicales a la huelga general realizado el 14 de diciembre de 1988.

En el conjunto de la ciudadanía son dos veces más numerosos quienes piensan que la huelga no ha significado un éxito para las centrales que quienes piensan que sí lo ha sido (43%, frente a 24%).

En cuanto a la participación, el 34% secundó la huelga. De ellos, aproximadamente la mitad trabaja por cuenta ajena. La incidencia de la protesta fue mayor en el País Vasco y Asturias -donde pararon cerca de dos de cada tres trabajadores-, seguida de Murcia y la Comunidad Valenciana, donde los huelguistas representan en torno al 50% y al 40%, respectivamente, de la población laboral. En Madrid, el 36% de los trabajadores se sumó a la huelga, en tanto en Cataluña lo hizo sólo el 15%. Por edades, la convocatoria fue seguida en mayor medida por los jóvenes -el 37% de los huelguistas tiene entre 18 y 34 años- que por los trabajadores mayores de 55 años, cuyo porcentaje de participación fue del 26.

Un éxito menor

La percepción de los ciudadanos del éxito o el fracaso de la convocatoria ha sido asimismo muy diferente a la huelga general del 14 de diciembre de 1988. Entonces, el 69% de la población española consideró, según el sondeo de Demoscopia, que había constituido un éxito para los sindicatos; ahora sólo piensa eso de esta última huelga el 24% de la ciudadanía; es decir, una proporción casi tres veces menor. Tan sólo entre quienes fueron a la huelga (49%) y entre los votantes de Izquierda Unida (50%) predominan quienes piensan que la huelga ha sido un éxito. Entre los votantes del PSOE, la proporción es de dos a uno (43%, frente a 23%) quienes consideran que ha tenido poco o ningún éxito. Entre los del PP, esta proporción es de casi cuatro a uno. En cuanto a la utilidad de la huelga, la opinión claramente dominante es que será escasa, si no nula: el 51% de todos los entrevistados opina, en efecto, que no servirá para nada (opinión que expresa también el 41% de los huelguistas), y un 33% considera que servirá de algo (entre los huelguistas expresa esta idea el 45%). Que la huelga vaya. a servir de mucho sólo lo dice el 3% de la población total, el 9% de quienes fueron a la huelga y, el 11 % de los votantes de IU.

En comparación con la huelga del 14 de diciembre de 1988, la opinión dominante entre la población es que la huelga del 27-28 de mayo tiene menos importancia o significación (cosa que dice el 33%), o bien que no tiene nada que ver (cosa que afirma el 28%). Sólo un 7% considera, en cambio, que tenga una importancia mayor.

Uno de cada cuatro españoles (y tan sólo algo más del tercio de los propios huelguistas) piensa que quienes fueron a la huelga lo hicieron por estar de acuerdo con lo que decían los sindicatos. Uno de cada cinco entrevistados señala como motivo principal el miedo a los piquetes y desórdenes, y uno de cada cinco (proporción que sube a uno de cada tres entre los huelguistas) da como razón el oponerse a la forma en que se gobierna.

En comparación con el 14-D resulta destacable la menor mención al miedo a piquetes y desórdenes, probablemente debido al despliegue policial llevado a cabo en esta ocasión.

En cuanto a los culpables de la huelga, el 42% de los ciudadanos cree que ha sido responsabilidad por igual entre el Gobierno y los sindicatos. Un 29% -que sube hasta el 72% entre los votantes de Izquierda Unida- atribuye más culpa al Gobierno. Esta actitud suele ser habitual en este tipo de preguntas, sin duda por percibir los ciudadanos al Ejecutivo en mayor situación de fuerza y, por tanto, con mayor capacidad de influir en los acontecimientos, y un 14%, a los sindicatos.

Finalmente, como al día siguiente de la huelga del 14-D, una idéntica mayoría absoluta (el 53%, tanto entonces como ahora) considera ahora que, tras la huelga, el presidente del Gobierno debe negociar con los sindicatos. Esta petición sube hasta un 69% entre quienes participaron en la huelga. El cambio de los ministros del área económica y la retirada del decretazo sólo es pedido por un 10% (tanto entre la población total como entre los propios huelguistas).

Por último, la convocatoria de elecciones legislativas sólo es solicitada por un 9% del conjunto de la población (pero por un 23% de los votantes del PP y un 25% de los de IU).