La ciudad
Cada día más, estamos todos de acuerdo en las ventajas de la calidad de vida, que se logra por el cuidado y mantenimiento de nuestro medio ambiente. Hablar de nuestro sitúa de forma directa el ambiente donde estamos. En medio del ambiente al que pertenecemos, o en el que desarrollamos el 90% de nuestra vida: la ciudad. Para bien o para mal, nos guste o no, la mayoría de la población contemporánea vive en grandes -más o menos- urbes, donde por ley natural nacen, crecen, se reproducen y... por fin mueren. Tengo que confesar que, como yo, hay ecologistas de verdad y que nos tomamos en serio el medio ambiente, sobre todo el nuestro. No creo en esos ecologismos de medio pelo que defienden la piel blanca de las focas mientras miles de niños de otros colores mueren de hambre. No entiendo tampoco a esos ecologistas de mascarilla y bicicleta, de radicales posturas con el fumador, si luego se divierten en atufadas y deshigienizadas discotecas de fiesta de la cerveza. Tampoco logro desentrañar a esos que les preocupa tanto el hambre enfermiza y melancólica de las ballenas, cuando las enfermedades del Tercer y Primer Mundo (sida) se llevan a sus iguales por delante.
Sí, es verdad, todo esto es preocupante, y los niños del mañana tendrán que conformarse con ver fotos o películas retrospectivas de lo que era una ballena. Pero a los ecologistas de la ciudad nos preocupan cosas que están al alcance de la mano de todos, y si no ponemos remedio a esto, los niños del futuro no necesitarán fotografías retrospectivas.-