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Inminente dimisión del general Suchinda como jefe del Gobierno de Tailandia

El general Suchinda Kraprayoon se entrevistó en la noche de ayer con el rey Bumibol de Tailandia para, según una alta fuente militar, presentar su dimisión como primer ministro. Cada día más aislado, ayer perdió el apoyo de la coalición de cinco partidos que le llevó a la presidencia del Gobierno.

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Un general que aceptó hablar con la condición de que su identidad no fuera revelada dijo que Suchinda podría abandonar el poder antes de la sesión parlamentarla prevista para el lunes, en la que se debatirá una enmienda a la Constitución que despojará al primer ministro de su cargo. La agencia France Presse, sin embargo, daba anoche como efectiva la dimisión del hombre fuerte de Tailandia y afirmaba que un avión estaba listo en el aeropuerto militar de Bangkok para sacarle del país. Poco antes de que Suchinda se entrevistara con el monarca tailandés, su ministro de Asuntos Exteriores declaró que la dimisión del general era indispensable para que el país recobrara su imagen internacional y superara la crisis más grave de las dos últimas décadas.

El jefe de la diplomacia tailandesa, Pongpol Adireksarn, se reunió con los embajadores acreditados en Bangkok, y en una conferencia de prensa acusó a Suchinda de ser el principal responsable de las muertes y la violencia registradas durante cuatro días de revueltas callejeras.

La actual coalición de Gobierno, emparentada con los negocios y los cuarteles, ha decidido apoyar varias enmiendas a la Constitución. La modificación del texto fundamental exigiría la renuncia de Suchinda.

Una vez modificada la Constitución ocupará la presidencia del Gobierno un parlamentario salido de nuevas elecciones generales o de los comicios de marzo, a los que el actual jefe de Gobierno no se había presentado.

La presión sobre Suchinda es generalizada en todos los estamentos sociales. Los dirigentes del Movimiento por la Democracia celebraron reuniones y concentraciones en las que anunciaron nuevas movilizaciones si no se aprobaban con celeridad las reformas institucionales encaminadas a limitar el poder de un Ejército que controla las armas, la política y una parte importante de las finanzas.

Los empleados del Ministerio de Asuntos Exteriores han acudido a sus puestos de trabajo con trajes negros y exigido al Gobierno que informe sobre las circunstancias en que ocurrió esta semana la matanza de manifestantes y sobre el paradero de "cientos de personas" que no han dado señales de vida.

El comandante de las fuerzas que reprimieron las protestas, ha declarado que sus soldados -tres divisiones con 10.000 efectivos- actuaron con una "gran moderación". "Primero se disparó al aire y después hacia la parte inferior del cuerpo", dijo.

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