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LA CONSTRUCCIÓN DE EUROPA

Profunda división de la oposición francesa en la votacion sobre Maastricht

Francois Mitterrand celebra este mes el undécimo aniversario de su llegada al palacio del Elíseo y lo hace resucitando políticamente por enésima vez. El debate nacional sobre la construcción europea es su gran balón de oxígeno. La oposición de centro y de derecha estaba gravemente dividida anoche ante la inminente votación en la Asamblea Nacional de la reforma constitucional propuesta por el Gobierno socialista y que permitirá la ratificación del Tratado de Maastricht.El Gobierno estaba seguro de su victoria. La oposición había caído de lleno en lo que algunos de sus líderes llaman "la trampa de Maastricht". El propio futuro político de la coalición formada por la neogaullista Agrupación para la República (RPR) y la centrista Unión para la Democracia Francesa (UDF) estaba en juego. Una importante minoría neogaullista, contraria a Maastricht y a cualquier forma de federalismo europeo, seguía dispuesta a votar no.

El diputado neogaullista Edouard Balladur pedía que, para ocultar sus diferencias, el conjunto de la oposición se abstuviera. Pero Valéry Giscard d´Estaing, líder de la UDF, anunciaba que los suyos iban a pronunciarse a favor de la reforma constitucional. Giscard dijo: "Esta noche vamos a votar a favor o en contra de Europa, y yo estoy a favor".

El debate sobre Maastricht sacó a la luz pública las profundas diferencias de la oposicion sobre la construccion europea que comprometen su anunciada victoria en las elecciones legislativas de marzo de 1993 y arrojan dudas sobre las ambiciones presidenciales de Chirac y Giscard.

Mitterrand asistía al espectáculo con la calma y la sonrisa olímpicas recuperadas del padre de la patria. La prensa francesa volvía a publicar la foto de familia de la cumbre celebrada en julio de 1981 en Otawa por los jefes de Estado o de Gobierno de los siete principales países industrializados. Mitterrand es el único superviviente político.

A escasas semanas del descalabro socialista en los comicios regionales y cantonales, Mitterrand comienza a remontar la pendiente. Quizá porque, como afirman muchos analistas, había caído tan bajo que tan sólo podía mejorar su posición. Pero también porque la sustitución de la insegura Edith Cresson por el sobrio y eficaz Pierre Bérégovoy al frente del Gobierno ha tranquilizado a los franceses, y porque el debate europeo no ha permitido a la oposición de centro y de derecha explotar el fracaso electoral socialista de marzo.

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