El derecho a viajar

Lo que los irlandeses discuten no es tanto la legalización del aborto en Irlanda, que hoy por hoy parece muy difícil, como la posibilidad de acceder al mismo en la vecina Gran Bretaña. Se trata, pues, de la primera gran polémica a nivel comunitario: la legislación de un país influye directamente en otro.Miles de irlandesas viajan cada año a Liverpool, Manchester o Londres para interrumpir sus embarazos: es imposible impedírselo, a no ser que ellas mismas proclamen (como hizo el padre de X) cuál es su intención. Pero ahora está en juego la legalización de esos viajes. "Quieren que permitamos el asesinato de niños irlandeses en el extranjero", afirma la líder antiabortista Mary Lucey.
La ley no sólo afecta a los nonatos irlandeses. "Una joven conciudadana me visitó el otro día, porque tenía problemas económicos, había que dado embarazada y quería viajar a Gran Bretaña para abortar", explica un diplomático comunitario. "De acuerdo con la ley irlandesa, esa joven iba a cometer un delito, y podría ser retenida en Irlanda para evitarlo. Es una situación muy peculiar".
Irlanda sigue siendo una sociedad básicamente agraria y profundamente católica. La inesperada elección de Mary Robinson como presidenta, hace dos años, ha hecho pensar que los irlandeses podrían estar cambiando. La presidencia no tiene poderes ejecutivos, pero representa la más alta autoridad. Y ha sido asumida por una mujer joven, progresista y partidaria de despenalizar el aborto. "Fue elegida por casualidad, porque todos los demás candidatos resultaron estar implicados en escándalos", dice Lucey.
Pero otros creen que Robinson puede encarnar un fenómeno profundo. Más de la mitad de la población irlandesa tiene menos de 25 años; casi un tercio de ella no pudo votar en el referéndum de 1983, pero puede hacerlo ahora. El referéndum de noviembre si lo hay demostrará cómo piensan los jóvenes irlandeses.
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