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El Pompidou rinde un nuevo homenaje al humor y la energía de Miró

En una primavera pansiense dominada por la hispanofilia, por un sincero, entusiasta y a veces hasta exagerado entusiasmo hacia casi toda la producción literaria y cultural procedente del sur de los Pirineos, el Centro Georges Pompidou vuelve a rendir homenaje al humor, la espontaneidad y la energía de Joan Miró, un artista que, según Eugène lonesco, estaba "tocado por la gracia". Medio centenar de dibujos de personajes y pájaros realizados por Miró entre 1924 y 1977 ocupan, desde ayer y hasta el próximo 7 de junio, la sala de Arte Gráfico del Pompidou.

Las obras expuestas pertenecen al centro público parisiense, que en 1978 recibió del propio pintor una donación de 75 dibujos. Esta donación fue enriquecida en 1984 por la entrega de la colección del escritor Michel Leiris. Constituyen un conjunto coherente de trabajos, que presentan a un Miró capaz de aliar las fuerzas elementales de la tierra y el pueblo con el universo celeste del sueño y lo maravilloso.

Renacida España eterna

Para los organizadores de la muestra, la obra de Miró es la "perfecta metáfora de la renacida España eterna". Esa España cuyas mejores fotografías actuales ocupan la última edición de la revista Photo; algunos de cuyos escritores vivos participan en el último número extraordinario de Le Nouvel Observateur; cuyo teatro clásico, a través de la puesta en escena de José Luis Gómez de La vida es sueño, puede verse en el Odeon-Teatro de Europa; cuya música pop, merced a Luz Casal, Mecano y Miguel Bosé, suena en las emisoras de FM; cuya novelística presente es representada por la reciente traducción del Galíndez, de Manuel Vázquez Montalbán; cuya música popular, a través de Rafael Alberti y Paco Ibáñez, ocupará la próxima semana el Casino de París. Miró, subrayan los responsables del Pompidou, "pintaba como dibujaba y dibujaba como pintaba". No sólo formó parte de esa rara estirpe de los artistas completos que pintan, esculpen, hacen cerámica, ilustran revistas y realizan litografías, sino que toda su obra estuvo marcada por el signo del dibujo.

Entre las obras expuestas en el Pompidou destacan trabajos como Sin título, de 1924, un simple arabesco desarrollado a partir del recorrido sinuoso de un caracol. También figuran creaciones en las que Miró integró palabras, a fin de componer poemas-imágenes, o las obras realizadas a partir de 1934, cuando comenzó a pintar en papel de terciopelo figuras grotescas inspiradas en el Padre Ubu. En el momento de la guerra civil española, Miró dibujó Femme en révolte, un monstruo dotado de un extraño pene y ojos desorbitados.

El Pompidou recuerda también al grabador y litógrafo que fue Miró. El pintor ilustró libros como Nous avons, de René Char (1959), Ubu rey, de Alfred Jarry (1966), y Le courtisan grotesque, de Adrian de Monluc (1974), cuyos originales se conservan en el centro parisiense.

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