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Margarita Rivière ve la moda como cosa política

La ensayista califica la idea de Europa y la Expo de "zanahorias" del poder

Margarita Riviére quiso ser diseñadora de moda y acabó de periodista. Ambos oficios -ambas pasiones- le han valido para ganar el Premio Espasa Mañana de Ensayo 1992 con Lo cursi y el poder de la moda, un libro en el que "la moda es un pretexto para hablar de otras cosas, incluso de político. El ensayo analiza los comportamientos del poder y pone ejemplos de "zanahorias" oficiales como la idea de unidad europea y la Expo.

Margarita Riviére (Barcelona, 1944) tiene tras de sí una prestigiosa carrera periodística, aunque ella se define también como "diseñadora frustrada de moda", porque de joven, por su facilidad para dibujar figurines, estudió diseño en París. El tema de la moda le ha perseguido siempre: en 1977 publicó La moda, ¿comunicación o incomunicación? y en 1983 una Historia de la media. Ahora aparece Lo cursi y el poder de la moda, Premio Espasa Mañana de Ensayo 1992."La moda es un pretexto para hablar de otras cosas, incluso de política", dice. "Siempre me ha interesado el público corriente, reflexionar sobre lo cotidiano. Y me parece que todos hemos experimentado los efectos del fenómeno de la moda".

Un fenómeno que no se ciñe sólo al vestir. "La moda es un negocio, evidentemente", señala. "Mueve una enorme cantidad de dinero y necesita vender el producto en un tiempo muy corto. De ahí la ingente organización necesaria. Y sobre todo cómo se introduce en los individuos y en la sociedad. Ahora asistimos a una apoteosis del aparentar ser lo que no se es, o sea una apoteosis de la cursilería: y eso sucede tanto en el negocio de la moda como en la política".

Alta costura y saldos

La política funciona, en más de un sentido, como la moda. "Hay una alta costura, en los círculos secretos decisorios. También un prêt à porter, en las directrices y modelos impuestos en serie por el FMI y el Banco Mundial. Y saldos, en la manera como se reciben en la periferia los ecos de las primeras decisiones".

Aunque la moda y la imagen son temas "que afectan directamente a 800 millones de personas que viven en sociedades opulentas, y no a las 4.200 sumergidas en la miseria" el palo y la zanahoria siguen funcionando en el mundo rico. "Los políticos-espectáculo", dice Riviére, "inventan zanahorias para arrastrar a las masas. Desde los Juegos Olímpicos a la unidad europea o a la Expo".

Ideólogos y periodistas forman parte del tinglado y del debate sobre el fenómeno de las modas. "Lo positivo es poner sobre el tapete un tema que antes estaba desprestigiado. Lo negativo es el ruido informativo, que impide profundizar en lo que realmente sucede".

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