Olivier Messiaen, uno de los más grandes compositores del siglo XX, fallece en París
La obra del músico francés estuvo dominada por su admiración por los pájaros
Olivier Messiaen, considerado por muchos especialistas el más importante compositor vivo, y situado, junto con Debussy y Ravel, en la primera línea de la música francesa del siglo XX, falleció el pasado lunes a los 83 años en un hospital de París tras haber sufrido una intervención quirúrgica. Messiaen, quien por la intensidad de su fe cristiana y sus profundos conocimientos de ornitología había sido llamado el san Francisco de Asís de la música contemporánea, declaró en Madrid en 1989: "Mis compositores preferidos son los pájaros". Su última obra estrenada fue Sonrisa, un homenaje a Mozart.
Al conocer ayer la noticia de su muerte, Jack Lang, el ministro de Educación y Cultura francés, alabó su "sentido de lo maravilloso", su "profunda espiritualidad", su "conocimiento de la naturaleza", su "curiosidad por las culturas no europeas" y su "búsqueda permanente de nuevos materiales sonoros, nuevos ritmos y colores".El compositor Marcel Landowski, secretario de la Academia de Bellas Artes, puso el acento en "su bondad y su condición de excelente pedagogo", y le calificó de "uno de los músicos más importantes de la segunda mitad de nuestro siglo". "Después de Stranvinski", dijo el compositor Pierre Boulez, "Messiaen es la persona que más ha hecho avanzar esta impulsión rítmica que irriga la música actual".
Autor difícil y abierto a numerosas influencias, Messiaen fue el creador de una obra dominada por tres grandes temas: la fe católica, el amor a los seres humanos y la admiración por los pájaros. Su enseñanza marcó a varias generaciones de músicos franceses y extranjeros, entre ellos Pierre Boulez, Pierre Henry, lannis Xenakis y Karlheiriz Stockhausen.
"Yo no soy una vedette; al contrario, soy muy sencillo. Hago música porque me gusta", declaró Messiaen a EL PAIS en mayo de 1989. Tenía entonces 80 años, caminaba despacio, llevaba una boina en la cabeza y arrastraba una inmensa cartera cargada de papeles y partituras. La incorporación de la electroacústica, dijo en aquella ocasión, "no ha deshumanizado" la música, sino que la ha ha hecho "más rica y compleja". Después de los pájaros, sus compositores vivos favoritos, afirmó, eran Boulez, Stockhausen, Xenakis y Luis de Pablos.
Nacido el 10 de diciembre de 1908 en Aviñón, en una familia que emigró a Grenoble en 1914, Messiaen era hijo de la poetisa Cécile Sauvage. Fue un niño prodigio que descifró solo al piano el Don Giavanni, de Mozart, y que a los nueve años sufrió un choque intelectual cuando su profesor de armonía le regaló la partitura de Pelleas y Melisande, de Debussy. Tras entrar en el conservatorio de París, a los 11 años, Messiaen fue alumno de Paul Dukas y Marcel Dupré y terminó sus estudios con siete primeros premios.
A los 22 años fue nombrado organista de la iglesia parisiense de la Trinidad, puesto que ocupó hasta su muerte. Partiendo de Debussy, Messiaen llegó al docecafonismo, utilizó la música concreta y se abrió a influencias no europeas y a sus recursos rítmicos y modales. Entre sus obras más célebres figuran piezas para órgano como La Navidad del Señor, Los cuerpos gloriosos, Misa de Pentecostés y Libro de órgano. También obras vocales, como Tres pequeñas liturgias de la presencia divina, o pianísticas, como Veinte miradas sobre el Niño Jesús y Cuatro estudios de ritmo.
Messiaen se interesó también por la música de cámara (Cuarteto para el final de los tiempos) y la música sinfónica (Las ofrendas olvidadas, Sinfonía Turangalila, Colores de la ciudad celeste). Apasionado de la ornitología, compuso para el plano varias piezas inspiradas en el canto de los pájaros, en particular el célebre Catálogo de los pájaros (1956-1958), que su esposa, la virtuosa Yvonne Loriod, interpretaba magistralmente. Su única ópera
Su consagración en Francia llegó con la interpretación en 1964 de su oratorio Ex expecto resurrectionem mortuorom, en Chartres, en presencia del general Charles de Gaulle. En 1983, su única ópera, San Francisco de Asís, fue puesta en escena en la Opera de París.
San Francisco de Asís dura cuatro horas y necesita dos orquestas sinfónicas y dos coros, además de los solistas y vocales. Messiaen escribió el libreto y la partitura y diseñó el vestuario. Su última composición estrenada fue Sonrisa, un homenaje a Mozart de ocho minutos de duración. Sonrisa fue interpretada en París el pasado diciembre, con ocasión del bicentenario de la muerte de Mozart. Boulez dijo ayer que, antes de su muerte, Messiaen había podido terminar una larga obra encargada por la New York Philarmonic Orchestra, que será estrenada la próxima temporada bajo la batuta de Zubin Metha.
Olivier Messiaen había recibido numerosas distinciones, que, sin embargo, no le impedían sentirse incomprendido. "Hablo de la fe a gentes que no la tienen, de pájaros a gentes que no los aman, de ritmos a gentes que no los comprenden y de colores sonoros a gentes que no ven nada", dijo hace pocos meses.
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