Serbia y Montenegro proclaman la nueva República de Yugoslavia
Los diputados de Serbia y Montenegro, reunidos en lo que fuera el Parlamento federal, proclamaron ayer la nueva República Federal de Yugoslavia, que sólo está compuesta por estas dos repúblicas. Mientras, en Bosnia-Herzegovina, uno de los cinco Estados independientes emergentes de la ya oficialmente difunta federación creada por Tito en 1944, el Ejército serbio-federal prosiguió sus combates con las fuerzas gubernamentales bosnias, compuestas en su mayoría por musulmanes y croatas, en diversos puntos de la república.
La nueva federación ya ha sido cuestionada dentro del propio territorio serbio. Los partidos políticos del Kosovo, una región autónoma habitada al 90% por albaneses, rechazaron duramente, en un comunicado conjunto, la unificación estatal de Serbia y Montenegro".Mientras, la presidencia de Bosnia Herzegovina hizo público ayer por la tarde, poco después de la proclamación de la nueva federación yugoslava, un comunicado en él que exigía que el Ejército federal, obediente ya a un mando oficialmente extranjero, abandonara inmediatamente la república. Al mismo momento, en Sarajevo se habían reanudado los intercambios de ráfagas de ametralladora y se escuchaban nuevamente, por primera vez en dos días, impactos de granadas de mortero.
El Gobierno chino fue el primero de los pocos que reconocieron ayer a la "nueva Yugoslavia", que no es más, para la mayoría de los gobiernos vecinos, que un proyecto reduccionista de una Gran Serbia dirigida por Slobodan Milosevic, el presidente serbio. Éste aspira a que el nuevo Estado sea reconocido como heredero de la disuelta federación, y retenga así sus propiedades y su puesto en la Organización de las Naciones Unidas. La comunidad internacional boicoteó manifiestamente el acto, al que sólo asistieron el embajador de Grecia, aliado tradicional de Serbia, así como los de México, Rusia, China, Egipto y Corea del Norte.
El presidente de Bosnia-Herzegovina, Alia Izetbegovic, no viajó ayer a Lisboa a la conferencia que bajo los auspicios de la Comunidad Europea intenta lograr el fin de la guerra, que ayer volvió a cobrarse víctimas en varias ciudades, incluida Sarajevo. Pese a esta ausencia, las partes se reunieron ayer en la capital portuguesa durante tres horas, en lo que un líder serbio describió como Ia última esperanza". El ministro bosnio de Asuntos Exteiores, Haris Zilajdzic, aseguró que Izetbegovic asistiría a las conversaciones posteriores.
Días muy críticos
Según manifestó a EL PAÍS, Izetbegovic decidió no ir inicialmente a Lisboa "porque no ha habido un alto el fuego" y porque se encuentra "en días muy críticos" para su Estado. "No es que exista una amenaza de agresión contra nuestro Estado, sino que ésta se está dando y continúa" dijo.
Minutos antes, el miembro musulmán de la presidencia, Eyup Ganic, había manifestado que "existe el peligro de que el Ejército tome el poder, y existen dificultades físicas para ir a Lisboa sin que el presidente electo tenga que pedir permiso para usar el aeropuerto de la capital, a un Ejército extranjero que lo ocupa".
Esta decisión responde también a la actitud de lord Carrington y del ministro portugués de Asyuntos Exteriores, Joáo de Deus Pinheiro, al no saludar al pie del avión a Izetbegovic en su última visita a Sarajevo, y a darle el trato no de presidente electo que es, sino de un mero representante de un partido étnico.
En Sarajevo se reprodujeron por otra parte las escaramuzas armadas durante la noche pasada, y dos musulmanes murieron en un enfrentamiento con soldados del Ejército federal. Al menos catorce personas fueron heridas por francotiradores distribuidos por toda la ciudad con el fin de crear pánico.
En Tuzla, una de las pocas ciudades de población mixta en el norte que aún no había sido atacada por la guerrilla serbia, se produjeron ayer los primeros combates. Mostar, la monumental ciudad de la Herzegovina, fue intensamente bombardeada y fuerzas de las Naciones Unidas intentaban al cierre de esta edición evitar nuevos ataques del Ejército federal, que ya han causado gran destrucción.
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