El embargo dispara los precios en Trípoli
Los países occidentales negocian el número e identidad de sus diplomáticos expulsados
Las sanciones decretadas por las Naciones Unidas se están dejando sentir sobre el bolsillo de los libios que, a pesar de todo, viven la presente crisis con una sorprendente sensación de normalidad. Durante el mes de abril, los precios de los productos básicos se han multiplicado. El saco de 50 kilos de arroz ha aumentado de seis a 45 dinares (unas 15.000 pesetas, al cambio oficial); un saco de harina de 25 kilos, de 7,5 a 15 dinares; uno de 50 kilos de azúcar, de 6 a 30 dinares. Asimismo, el precio del gramo de oro se sitúa ahora en más de 18 dinares para los extranjeros, cuando el mes pasado no superaba los 11.
El frustrado intento de ruptura por parte de Siria del embargo aéreo fue ayer el único elemento que alteró el compás de espera que se vive en el país. Al término de un encuentro con una delegación paragubernamental siria, el líder libio, coronel Muammar el Gaddafi, declaró exultante que el apoyo recibido del régimen de Damasco suponía un gran espaldarazo para la moral del pueblo.Fuentes diplomáticas sirias en la capital libia habían asegurado ayer por la mañana a EL PAÍS que los vuelos entre Damasco y Trípoli se mantendrían como estaba previsto. "Siria es un país soberano", dijo la misma fuente en respuesta a la pregunta sobre la disposición de Damasco de romper el embargo contra Libia. Pero luego no pudo ser ante la negativa de los Gobiernos de Egipto, Chipre y Grecia a dejar pasar por su espacio aéreo al avión con destino a Trípoli.
La mayor actividad en torno a la crisis generada por la petición de que se entregue a los sospechosos del atentado contra un avión de la Pan Am que estalló sobre la ciudad escocesa de Lockerbie se concentra en los despachos de las embajadas y del Ministerio de Exteriores. Los países que han aplicado a rajatabla las sanciones contra Libia están negociando el número y la identidad de los diplomáticos que serán expulsados del país magrebí en los próximos días, en reciprocidad por la misma medida adoptada contra diplomáticos libios en el exterior.
Algunas embajadas en Trípoli ya han recibido la notificación oficial. Seis representantes italianos, un japonés, dos alemanes, y un brasileño deberán abandonar Libia en los próximos días. La Embajada española todavía no ha recibido la comunicación oficial libia, aunque pude saber que, con toda probabilidad, será el consejero comercial, José Luis Oterino, el diplomático que deberá abandonar el país en los próximos días. El Gobierno español comunicó recientemente al embajador libio en Madrid la orden de expulsión de un diplomático.
Un solo control
Fuera de los despachos oficiales la apariencia en la calle es de absoluta normalidad. Durante el trayecto que efectué desde el puesto fronterizo libio-tunecino de Ras Jedir, tan sólo había un control policial, el mismo en el que dos días antes se le impidió la entrada en el país. En Trípoli es más notoria la presencia policial, especialmente durante la noche, pero sin un gran despliegue de fuerzas.
La vigilancia en torno a algunas embajadas, reforzada desde los graves incidentes del 2 de abril, cuando fueron asaltadas e incendiadas varias legaciones diplomáticas, ha disminuido ostensiblemente, aunque todavía se mantienen algunos puestos de control. La calma que se respira estos últimos días no es en absoluto tranquilizante, en opinión de buena parte de los diplomáticos destacados en Trípoli.
De manera absolutamente oficiosa se extiende la opinión de que la crisis tiene una solución difícil e imprevisible a causa, en alguna medida, del empecinamiento de Estados Unidos y el Reino Unido, que han cerrado hasta el momento todas las puertas a una salida honrosa de Gaddafi. Aunque el bloque occidental ha respondido sin fisuras en el cumplimiento de las sanciones aprobadas por la ONU, si en el futuro se propusiera una escalada en las medidas de presión contra Libia, en forma de embargo petrolero, la unanimidad podría resquebrajarse.
Acuerdos comerciales
En el terreno económico países como Italia, Francia, España y Alemania tienen importantes intereses en el país magrebí, que se verían inmediatamente afectados por la aplicación de sanciones. Tanto las importaciones de petróleo como los acuerdos de explotación y exploración de crudo libio firmados ya o en perspectivas de hacerlo, como en el caso de España, sufrirían consecuencias negativas.
En este sentido, varios de estos países están trabajando intensamente en la búsqueda de una salida aceptable por todas las partes, que permita la entrega de los sospechosos del atentado de Lockerbie pero no coloque contra las cuerdas al régimen de Gaddafi. La dificultad de tales gestiones no estriba únicamente en la cerrazón de Trípoli, sino también en la carrera contrarreloj impuesta desde Washington para que Libia cumpla, sin más, con las resoluciones dictadas por el Consejo de Seguridad.
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