Organizaciones ecologistas denuncian el escaso control de instalaciones radiactivas en Madrid
El accidente de Tres Cantos, con la contaminación radiactiva que han sufrido los trabajadores de los laboratorios Medgenix y FarmaMar, es sólo la punta del iceberg de un problema mucho mayor, y puede volver a ocurrir en cualquier momento por las deficiencias de la inspección regular, según distintas fuentes ecologistas. Apuntan como causa principal la paralización de las negociaciones entre el Consejo de Seguridad Nuclear y la Comunidad de Madrid sobre estas inspecciones.
Diversas organizaciones, como la Asociación para la Defensa de la Naturaleza (Aedenat) y Greenpeace, vienen criticando repetidamente el escaso control que, por no tener suficiente personal de inspección, el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) realiza sobre las pequeñas instalaciones que utilizan material radiactivo (clínicas, laboratorios universitarios, industrias ... ). Un portavoz de Aedenat ha señalado: "No existe inventario ni control de los materiales empleados ni del volumen efectivo de residuos producidos por los llamados pequeños productores".A poco que se indague, las críticas se van concretando: "Yo llegué a tener allí 15 garrafas de 25 litros de residuos líquidos radiactivos, y no había forma de deshacerse de ellas. Los dos órganos responsables, ENRESA [empresa pública encargada de la recogida de residuos radiactivos] y el CSN, se iban pasando la pelota, pero nadie se las llevaba". La acusación llega directamente de un centro de investigaciones que trabaja con estos líquidos que contienen tritio y son destinados fundamentalmente a aplicaciones médicas.
Aedenat cree que los empleados de estas instalaciones se ven obligados en ocasiones a tomar ciertas decisiones poco apropiadas en la manipulación y tratamiento de desechos (existen algunos que, por su baja radiactividad y rápida desintegración de esta carga, pueden diluirse en agua y verterse a la red de alcantarillado). Estas maniobras pueden resultar peligrosas para los empleados y las personas que viven cerca.
José Larios, responsable de Aedenat, piensa que la solución es sencilla: "Se trata de firmar acuerdos con las comunidades autónomas para que éstas lleven a cabo determinadas labores de vigilancia y control. Porque en todo este asunto, cualquier pequeño desliz es muy grave". Estos acuerdos sirven, según el CSN, para encomendar ciertas funciones de inspección de instalaciones radiactivas de segunda y tercera categoría y para el seguimiento de los planes de vigilancia radiológica ambiental. "La idea básica", señala un portavoz del consejo, "es facilitar, por proximidad, el control; y que los Gobiernos regionales sepan lo que tienen en su territorio".
Madrid, sin acuerdo
Cataluña, Valencia, Baleares, Navarra y Galicia ya colaboran con el CSN. El primer acuerdo se firmó en 1984. En Madrid, sin embargo, y según reconoce un asesor del CSN, las negociaciones avanzaron mucho hace cinco años, pero ahora se encuentran paralizadas. "Y le puedo decir que no es por culpa del consejo". La región de Madrid cuenta, según datos del CSN, con 300 instalaciones radiactivas, casi una cuarta parte del total nacional.En la Agencia regional de Medio Ambiente no saben absolutamente nada de estas negociaciones. Es más, en Tres Cantos, por ejemplo, el que ha sido gerente del parque tecnológico durante varios años, Francisco Esquivias, desconoce cuántas empresas manejan material radiactivo. Y el propio Ayuntamiento de esta localidad se ha enterado, a raíz del accidente, de que Medgenix estaba funcionando sin la adecuada licencia municipal.
En cuanto a residuos, ENRESA opina que los análisis de Aedenat son muy poco rigurosos. Un portavoz de esta empresa señala que todas estas instalaciones son homologadas y revisadas por el consejo, cuentan con responsables de protección radiológica, asesorados por el CSN o el Centro de Investigaciones energéticas y medioambientales y trabajan con unos materiales, que por ser de importación, están muy controlados. "Su inventario es muy sencillo; y si alguien actúa mal, que siempre es posible, resulta muy fácil detectarlo". Manuel Gálvez, jefe de protección radiológica de la Universidad de Córdoba, de la que se dijo que tiraba "isótopos por el fregadero", comenta: "Es tan fácil hacerlo bien, que no me creo que nadie tire a lo loco isótopos por el fregadero".
Las 'Iecheras'
El asunto de las lecheras puede resultar significativo. Los residuos líquidos orgánicos se almacenaban primero en unas garrafas de plástico, pero surgieron los problemas cuando comprobaron que al contacto de los líquidos podían picarse. Después les llegó el turno a unas ollas del estilo de las utilizadas para recoger la leche en Cantabria, pero también aparecieron problemas, esta vez en las soldaduras.Por fin, ENRESA y el CSN dieron con el artilugio adecuado: unos recipientes de vidrio que a la vez se introducen en otros más resistentes. En el relato de la historia vienen a coincidir. ENRESA y la voz crítica del citado centro de investigaciones. Cada año se generan en España un millar de litros de este tipo de residuos. Actualmente hay varios miles de litros guardados en las instalaciones que el Ciemat tiene en la Ciudad Universitaria de Madrid.
ENRESA ya ha encontrado la salida: los contenedores de vidrio para recogerlos y transportarlos, y, a partir de mayo, con las nuevas instalaciones que van a inaugurarse en el cementerio de El Cabril (Córdoba), la incineración final de estos residuos. Valentín González, portavoz de ENRESA, explica que es la única salida posible para estos desechos, la que se sigue en países como Francia. "Otro tipo de líquidos radiactivos pueden solidificarse con hormigón. Éstos, no". Los grupos ecologistas, Aedenat entre ellos, ya se han opuesto con fuerza a la incineración por considerar que los gases emitidos son altamente tóxicos.
La ampliación de El Cabril, único punto en España para almacenar residuos de baja y media radiactividad, permitirá aumentar en 10 veces la cantidad de bidones almacenados -su capacidad actual había llegado a la saturación-, así como el acondicionamiento de estos desechos para su enterramiento.
Valentín González explica que hasta ahora era el Ciemat, con sus instalaciones en plena Ciudad Universitaria de Madrid, el encargado de inmovilizar y compactar todos los residuos de media y baja actividad generados por los pequeños productores, pues era el único punto con instalaciones apropiadas para ello. Ahora el nuevo cementerio cordobés se hará cargo de estas labores.
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