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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Miguel Hernández

Mi felicitación por las páginas dedicadas a Miguel Hernández en la sección Libros de 21 de marzo; de manera muy especial, por el magnífico dibujo de Loredano, que ha captado, indudablemente, los rasgos físicos del poeta. Pero quiero hacer algunas precisiones:- La lápida que cubría el nicho en que fue enterrado Miguel fue pagada exclusivamente por el arquitecto-pintor Miguel Abad Miró, gran amigo de Miguel. A la muerte del poeta, don Eladio Belda, de Orihuela, que fue quien comunicó ál padre de Miguel la muerte de éste, entregó a Vicente Hernández y a Justino Marín -hermano de Ramón Sijé 1.000 pesetas para el pago de los gastos del entierro. El ataúd había sido pagado por los amigos -Abad, Fuente...-, y ese dinero se destinó al pago de los derechos del nicho durante cinco años.

- La carta -no las cartas- de recomendación que llevó Miguel a Madrid estaba suscrita por el abogado de Orihuela don José Martínez Arenas, sin lugar a dudas mecenas del poeta. Iba dirigida a Concha Albornoz, hija de don Álvaro, muy vinculados a Orihuela desde antiguo y en aquel momento por el casamiento de una hermana del registrador de la propiedad don Francisco de Salas con don Álvaro.

- La relación con Maruja Mallo no fue esporádica. Duró tiempo y fue muy íntima. Hicieron viajes juntos. Maruja ha relatado muy gráficamente esa relación a la familia de Miguel que residía en Madrid, la de su hermana Elvira. Ella tiene escrito que Miguel, en su primer viaje a Madrid, llegó a dormir debajo de los puentes. Puedo demostrarlo.

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- En contra de lo que diga Urrutia, la brigada de El Campesino, a la que perteneció Miguel muy poco tiempo, tenía entre sus miembros a Pablo de la Torriente, Antonio Aparicio... Era denominada el batallón del talento. Editaban una buena revista. No hubo tiros.

- Miguel no escribió en la cárcel. Yo recogí, una vez muerto, de

entre sus pertenencias, los nueve poemas y algunas prosas que, aparte del Cancionero, debió de escribir. Escribía en papel higiénico, y éste no le faltó. Era el papel en que todos escribíamos, por su baratura. Fue simplemente un mártir, y me atengo a la definición de la Real Academia.-

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