La derrota socialista despierta una catarata de dudas sobre la legitimidad del Gobierno de Cresson
El hundimiento del Partido Socialista (PS) en las elecciones regionales y cantonales francesas del domingo ha puesto en cuestión la legitimidad política y moral del Gobierno dirigido por Edith Cresson. Los líderes de las fuerzas de oposición y los comentaristas políticos afirmaron ayer que los comicios dieron "el golpe de gracia" a Cresson y que su Gabinete vive en situación de "prórroga o "suspensión de condena". El presidente François Mitterrand esperará al final del proceso electoral, el próximo domingo, para pronunciarse sobre el nuevo paisaje político, más próximo al modelo italiano que al anglosajón o al alemán.
Once años después de la llegada de Mitterrand al poder, los socialistas han visto reducida su influencia a menos de una quinta parte de los electores. El PS obtuvo el domingo su peor resultado electoral (18,3%) desde su fundación por Mitterrand en el congreso de Epinay, en 1971. "La creación de François Mitterrand se está convirtiendo en un fantasma político", escribió ayer Serge July en Libération. "Pocas veces la voluntad de sancionar un poder con ocasión de una elección local ha sido tan manifiesta", dijo Jean-Marie Colombani en Le Monde.Mitterrand no desvelará su juego hasta la próxima semana. Espera a que el 27 de marzo los consejos regionales elijan sus presidentes y a que los franceses participen el 29 de marzo en la segunda vuelta de las cantonales.
Al presidente le quedan las siguientes cartas: llamar a Jacques Delors para dirigir el Gobierno o a otra persona capaz de encarnar la apertura hacia el centro y los ecologistas; introducir el sistema proporcional en las elecciones legislativas de 1993, en la perspectiva de formar una coalición entre los socialistas y las fuerzas citadas, y convocar uno o dos referendos sobre la construcción europea y la reforma de la Constitución.
Sistema proporcional
La carta más temida por la coalición de derecha democrática que aspira a hacerse con el Gobierno en 1993 es el cambio del actual sistema mayoritario de las legislativas por uno proporcional. Con el sistema mayoritario y los resultados del domingo, la coalición RPR-UDF obtendría 421 diputados frente a 101 los socialistas. Así podría imponer a Mitterrand una cohabitación como la que soportó entre 1986 y 1988, cuando el neogaullista Jacques Chirac fue el primer ministro.
Con el sistema mayoritario en vigor, el Frente Nacional (FN) y los ecologistas, que ahora representan en conjunto al 30% de los franceses, obtendrían apenas tres o cuatro diputados.
Queriendo anticipar la jugada de Mitterrand, la derecha democrática dedicó la jornada de ayer a denunciar el "carácter perverso" del sistema proporcional, el aplicado a las elecciones regionales. "Si Mitterrand quiere que la actual ingobernabilidad de las regiones se traslade a la nación", dijo Chirac, "no tiene nada más que introducir el sistema proporcional". Por el contrario, el ultraderechista Jean-Marie Le Pen y los ecologistas reclamaron la inmediata introducción del sistema proporcional en las legislativas.
La elevada participación del domingo hizo aún más humillante la derrota socialista. Los franceses acudieron a las urnas en un porcentaje mayor que lo previsto, pero lo hicieron para expresar su descontento con el partido en el poder y, en menor medida, con la principal fuerza de la oposición, la coalición RPR-UDF.
Si los socialistas se hundieron por debajo del listón del 20% de los sufragios, la derecha democrática, pese a confirmarse como la primera fuerza del país, perdió también algunos puntos y, en todo caso, no recuperó los votos perdidos por los socialistas.
Fragmentación
Los socialistas soñaban en los años ochenta con representar el 40% del electorado francés en un sistema bipolar en el que ellos desempeñaran el papel del laborismo británico, la socialdemocracia alemana o el Partido Demócrata norteamericano. Pero desde el domingo el mapa político francés está más fragmentado que nunca desde la fundación, en 1958, de la V República por el general De Gaulle. Francia se ha alejado del modelo bipartidista del mundo anglosajón y germánico, para acercarse al modelo italiano. El FN se confirmó como el partido de -extrema derecha más poderoso aparecido en Europa desde la II Guerra Mundial. Un total de 3,4 millones de franceses -el 13,9% del electorado, cuatro puntos más que en las regionales de 1986 y las legislativas de 1998- apoyaron a Le Pen.
Sólo la alta participación impidió a la ultraderecha una progresión aún más espectacular. Pero el FN probó que está profundamente enraizado en la sociedad francesa y consiguió superar al PS en París, Lyon, Alsacia y el Midi. Ello complica las cosas a la derecha democrática, que no puede gobernar muchas regiones sin el apoyo de Le Pen, un adelanto de lo que puede ocurrir en 1993 y en las próximas presidenciales.
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