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EL ESTADO DE LA NACIÓN, A DEBATE

González se enfrenta hoy al reto de responder con un proyecto a la imagen Social de "deterioro"

Luis R. Aizpeolea

El presidente del Gobierno, Felipe González, tiene en el debate de hoy y mañana la última, oportunidad, antes. de las próximas elecciones legislativas, para dar un impulso a su Gabinete en esta tercera legislatura que se presentó como la de los acontecimientos internacionales, -la Expo, y los Juegos Olímpicos- y que se ha visto empañada por los sucesivos escándalos financieros. A González se le plantea hoy el difícil reto de hacer frente á la sensación de "deterioro" que existe en la sociedad con la presentación de un proyecto alternativo que insufle a su Ejecutivo oxígeno suficiente para salir de la sensación de estancamiento.

Felipe González, quien hará del plan de convergencia económica con la CE el eje de su intervención, afronta el debate sobre el estado de la nación de hoy en un escenario internacional y económico poco favorable. El socialismo francés acaba de perder casi 12 puntos en las elecciones regionales del pasado domingo, mientras la inflación se ha disparado en España en febrero muy por encima de las previsiones, lo que supone un mal augurio para alcanzar los objetivos de reducción de la inflación y el déficit público que hoy propondrá González. Para colmo, ETA se cobró ayer una nueva víctima mortal en Madrid. El discreto resultado del PP en las elecciones catalanas, que no le permite situarse a plazo inmediato como alternativa de poder, y los problemas internos de IU y el CDS son el principal balón de oxígeno del Ejecutivo.El último escándalo financiero, el caso Ibercorp, ha dejado tocado a uno de los pilares del Gobierno, el ministro de Economía y Hacienda, Carlos Solchaga. La negativa de Solchaga a admitir la dimisión del gobernador del Banco de España, Mariano Rubio, para evitar repercusiones internacionales ha provocado el deterioro político del ministro, según dirigentes del PSOE.

El otro pilar, el vicepresidente Narcís Serra, apenas existe para los ciudadanos. Interviene poco en la vida pública y jamás lo ha hecho en el Parlamento como número dos del Gabinete. Serra responde a un perfil tecnocrático, con un dominio creciente en la coordinación de los ministerios políticos y con una labor callada y eficaz, de modo que González, más volcado al exterior, le ha cedido las tareas directivas más importantes en el interior: celebraciones del 92, seguridad...

Frente a la debilidad de Solchaga, el papel mediador de Serra en los conflictos internos del Consejo de Ministros, especialmente por el reparto presupuestario, le ha afianzado en la vicepresidencia. El perfil predominantemente tecnocrático del Gabinete se traduce en un Gobierno bastante estable, internamente. Sus momentos más difíciles se produjeron con el escándalo Renfe, y todavía hoy el ministro de Transportes y Obras Públicas, José Borrell, es criticado por algunos de sus compañeros por pedir responsabilidades hasta el final al entonces ministro de Sanidad, Julián García Valverde.

La estabilidad interna del Ejecutivo ha encontrado sus principales problemas en la propia dirección del PSOE. Con la dimisión de Alfonso Guerra se plantearon graves problemas de coordinación que se tradujeron en conflictos como el del plan de vivienda, que enfrentó al secretario de Organización socialista, Txiki Benegas, con el ministro de Economía, Carlos Solchaga. Después han mejorado las relaciones entre el Gobierno y el PSOE, aunque algunos dirigentes siguen pensando que la respuesta del Ejecutivo a los problemas sociales es insuficiente.

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