"Cantar en euskera es la cárcel y el paraíso"
En su canción Ene herrian (En mi país), Ruper Ordorika escribe y canta: "Todos somos extranjeros en mi país. / León porque habla vasco, / Martín porque no lo habla. / Ane es patriota, Brigitte afrancesada./ Menos mal que nos citan en las cabeceras de los artículos. / Menos mal que nuestro mapa figura en los restaurantes". Su país es el País Vasco y su lengua el euskera. "Cantar en euskera es la cárcel y el paraíso", afirma Ordorika, que se apresura a explicar lo que significa para un artista trabajar desde lo particular. "La particularidad encierra tantas posibilidades como la generalidad", dice. "Si sabes trabajar en tu particularidad, puedes llegar a cotas tan altas como cualquier otro artista, y en lugar de encontrarte en una cárcel ese espacio reducido puede ser tu paraíso".Situación sociopolítica
"La pena es que se emplea más tiempo en hablar de la situación sociopolítica de Euskadi que de música", continúa el cantante. "A cualquier persona que salga de allá, y que se supone que significa algo, se le piden declaraciones que no se pueden solucionar en una frase ni en 20. Por un lado, te ves tratado en el apartado de músicas excéntricas; por otro, te sientes un poco embajador".
Ruper Ordorika -Oñate (Guipúzcoa), 1956- comenzó su carrera a mediados de los setenta. Tras vivir en Oñate y Vitoria y estudiar Filosofía en Bilbao, en 1977 fundó la revista Pott con Bernardo Atxaga, Joseba Sarrionaindía, Jon Juaristi, Jose Mari Iturralde y Manu Ercilla. "Tuve la suerte de conocer a gente que influyó mucho en mí y en otras cosas, como el tiempo ha demostrado. Publicamos seis números y editamos el primer libro de poemas de Atxaga, Etiopía, que se consideró uno de los puntales de la nueva literatura vasca. De esta relación salió mi primer disco (Hautsi da anphora, 1980)".
"Estaba todos los días con el libro", continúa Ordorika, "y he tenido la suerte de conocer algunos textos el mismo día en que se escribieron. Incluso hay un par de letras escritas para ser cantadas. Y empecé sin la menor idea de futuro. Soy de los han decidido ser cantante en la mili, como el 95% de los artistas".
Después llegaron tres discos más -el último Ez da posible (No es posible), 1990-. "De entrada, el hecho de cantar en euskera es lo que te hace comparable a gente que hace música no radiable, simplemente por hacerlo en esa lengua. Y esto nos hace miramos mucho. Muchos admiten como una fatalidad la cuestión de que el euskera supone una frontera y, personalmente, me he negado a admitirlo durante mucho tiempo. Pensar que la lengua es la única barrera, es reducir al absurdo el oficio de cantante. Evidentemente, al cantar en una lengua no homologada te conviertes en un artista no homologado, pero también afecta el estilo -que atañe a todos los músicos del mundo-, y una dificultad añadida, que todos comprendemos, derivada de la actitud y de la situación política que se relaciona con el País Vasco. Parece que la situación política flota como una nube sobre todo lo que hacemos. Dicho esto, hay que decir también que desde dentro, y para mí incomprensiblemente, ha faltado durante años una voluntad editorial y promotora para que las cosas que se hacen allá se escuchen fuera. Y para nosotros esto es algo muy duro y a revisar".
Cuando habla de la música en el País Vasco, Ruper Ordorika dice que "es una pequeña comunidad en la que se reproducen los esquemas de cualquier otro lado y se dan todas las tendencias. Es mucho más fácil quemarse porque siempre estás expuesto al mismo público, y si te acostumbras a los modos de decir de una determinada comunidad -que no tiene porqué ser la vasca-, siempre eres bien pagado. El problema es que este tipo de relación tan estrecha con un entorno puede llevar a una adecuación autocomplaciente, que desde el punto de vista creativo es negativa". Una situación que Ruper Ordorika afronta a partir de la duda, cuando canta 37preguntas a mi único contacto al otro lado de la frontera, sobre un poema de Bernardo Atxaga: "¿Son muchos, sois muchos los habitantes al otro lado de la frontera?/ Esa gente que veo todos los días por la calle, ¿vive allá?".
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.