Los ATS contagiados de sida lo ocultan por miedo a perder el empleo, afirma un seropositivo
Fernando H. P., de 40 años, ATS altamente especializado, se contagió del virus del sida hace cuatro años en su trabajo. Por el momento sólo es seropositivo y no padece síntomas; pero desde el contagio, su vida ha cambiado y su carrera profesional se ha visto truncada. "No existe ninguna normativa laboral que regule esta situación", dice, "y el personal de enfermería que pueda estar infectado tiene miedo a declararlo y perder su puesto de trabajo". El sida y la hepatitis B constituyen los mayores riesgos para los sanitarios.
En España no se conoce el número de ATS contagiados por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) o virus del sida, ya que este colectivo tiene miedo a declararlo en sus respectivos centros sanitarios y perder el empleo. Aunque el virus de la hepatitis B es mucho más infeccioso que el del sida, el contagio por esta patología del hígado ha descendido sensiblemente entre el personal hospitalario de enfermería gracias a las campañas de vacunación.Según estimaciones de la Comunidad Europea, se calcula que un 0,2 por mil de los enfermeros podría estar contagiado de sida. En virtud de estos datos, cada año en España aparecerían dos nuevos seropositivos. Sin embargo, no existen cifras oficiales sobre la prevalencia del contagio por VIH en este grupo profesional.
La dramática historia de Fernando H. P. empezó cuando le diagnosticaron una hepatitis B asintomática en unos análisis de sangre rutinarios. "En realidad, me sentía bien, sólo un poco cansado. Pero al conocer esos resultados, me hice las pruebas del sida y entonces supe que era seropositivo. Lo declaré, y a los pocos días se me comunicaba que dejase mi trabajo". "Yo trabajaba hace cuatro años para dos instituciones hospitalarias públicas", sigue contando Fernando. "Nuestros pacientes eran muy especiales por las características de su patología y se corría un alto riesgo con ellos".
Fernando relata que las autoridades de ambos centros sanitarios aseguraban que no había ningún peligro en el trabajo asistencial. "Sin embargo", añade, "un año después un estudio reveló que entre el 50% y el 80% de los enfermos con los que trabajábamos eran portadores del virus de sida y de la hepatitis B".
Apoyo psicológico.
A este ATS se le permitió más tarde que reanudara su trabajo, ejerciendo como genérico (no especializado). "Me negué" aclara, "porque eso suponía desarrollar cualquier actividad asistencial y renunciar a mi especialización. En estos momentos estoy en situación de baja laboral y con un sueldo bastante inferior".Fernando también se lamenta de que no exista una ayuda psicológica para paliar el gran sentimiento de angustia que vive el ATS contagiado de sida. Afirma asimismo que tampoco existe ese tipo de ayuda ni la información preventiva adecuada para el profesional sano que realiza prácticas de riesgo.
Esta afirmación es corroborada por los datos recogidos en la encuesta realizada por la Fundación Enfermería y Sociedad y presentada esta semana en Madrid, que pretende ser un sondeo previo a un proyecto más ambicioso sobre los riesgos del profesional de enfermería. Este estudio piloto, realizado sobre una muestra de 207 enfermeros, revela que el 69% de los ATS hospitalarios tiene diariamente más de 15 contactos de riesgo con sangre y otros fluidos biológicos del organismo, y el 80% posee información sobre medidas de seguridad para prevenir el contagio gracias a su iniciativa personal, pero no a través de los responsables de los centros hospitalarios.
Con frecuencia, el virus del sida y el de la hepatitis B infectan al mismo paciente. "La inmensa mayoría de los enfermos y seropositivos que han pasado por el hospital Gregorio Maraflón de Madrid son también portadores del virus de la hepatitis B", explica Esther Rojo, enfermera supervisora de medicina preventiva de este centro.
"No obstante", añade, "en los grandes hospitales españo les ya no se registra hepatitis B por contagio de pacientes, pues los centros ponen la vacuna a disposición del personal".
La batalla, ganada en el ámbito de las grandes instituciones sanitarias, apenas ha sido emprendida en los pequeños hospitales y en la atención primaria, donde el sanitario sigue corriendo el riesgo de contraer hepatitis B. Esta infección causa anualmente más de dos millones de muertes en el mundo y de ellas existen más de 200 millones de portadores, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
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