Una nueva guerra fría
Gases como el dióxido de carbono, el metano y los clorofluorocarbonos están sustituyendo en las negociaciones internacionales a los misiles y las cabezas nucleares de la época de la guerra fría. El cambio climático, como otros temas relacionados con el medio ambiente, ha llegado a la alta política. Todos los países de la ONU han sido llamados a negociar un calendario para frenar el aumento de las emisiones de estos gases que producen el efecto invernadero y el consiguiente calentamiento global.El Tratado sobre el Cambio Climático es una de las piedras angulares de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y Desarrollo (también conocida como Cumbre de la Tierra o Eco 92), que tendrá lugar en Río de Janeiro en junio de este año. El pasado 28 de febrero terminaba la primera ronda oficial de negociaciones sin avances significativos. Sólo queda otra oportunidad, en abril, y la falta de acuerdo ha hecho cundir el pesimismo entre los conservacionistas.
El escollo principal es Estados Unidos, en su nuevo papel de única superpotencia. Se calcula que el 80% de las emisiones de dióxido de carbono, derivado de la quema de combustibles fósiles en la industria y los vehículos a motor, son emitidos por los países industrializados. De ellos, Estados Unidos es, con gran diferencia (el 20% frente al 14% de la antigua URSS y el 14% de la CE), el malo de la película, ya que su economía se basa, más que la de otros países, en el despilfarro energético. Hasta ahora ha rechazado cualquier intento de establecer una limitación de las emisiones de C02, que es lo propuesto por la CE, que pretende que en el año 2000 el nivel global de emisiones se mantenga igual al de 1990. La postura general entre los países en vías de desarrollo es que no aceptarán limitar su propio y creciente consumo de combustibles fósiles si los países ricos no empiezan por disminuir el suyo y no ayudan financieramente.
Mecanismos propuestos
Éstas son las principales propuestas en juego:La OCDE propone un programa de compromisos para limitar las emisiones en los países miembros, que también se pueden compensar con la plantación de árboles, que actúan como sumideros de este gas.
El Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) quiere que los países, generalmente pobres, que todavía tienen los bosques que actúan de sumideros sean pagados por este servicio, lo que contribuiría a frenar su preocupante deforestación. Según el GATT, los Estados con bosques tropicales en su territorio están en realidad exportando gratis "servicios de absorción de carbono" al resto del mundo.
La Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) propugna un sistema de cuotas negociables. Si un país dispone de una cuota de emisiones superior a lo que emite en realidad, puede vender estos derechos a otros países más industrializados o intercambiarlos por deuda externa.
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