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El infierno de Espartaco

El Mons Claudianus muestra cómo era una cantera romana

Jacinto Antón

El lugar hubiera espantado al propio Espartaco, acostumbrado a quebrarse la espalda en las minas de Tracia: es la cantera del Mons Claudianus, en el desierto de Egipto, el lugar del que los emperadores romanos se hicieron traer a finales del siglo I y hasta el III el granito para sus más preciosas construcciones. "Horrible". Con esta palabra define el arqueólogo británico David Peacock las condiciones de vida en la cantera, hoy uno de los yacimientos romanos más espectaculares del mundo que ha arrojado luz sobre el sistema de producción de materiales en la antigüedad.

David Peacock, recién llegado de Egipto, presentó el viernes en Barcelona, como primicia, los resultado de la última campaña en el sitio.La cantera del Mons Claudianus, de la que proceden, por ejemplo, las columnnas del Panteón de Roma, del mercado de Trajano en el foro y de la villa Adriana, fue descubierta en 1923 por Wilkinson y Burton en pleno desierto oriental de Egipto, a unos 100 kilómetros del punto donde el Nilo, tras dejar atrás Abydos, efectúa una pronunciada curva.

De su riqueza arqueológica da fe un dato: el sitio ha arrojado más de 7.000 documentos escritos, en su mayoría ostraca (fragmentos de cerámica empleados como soporte de texto). Algunos de estos ostraca muestran mensajes deliciosos: en uno el soldado Apolo advierte a su hermana Micala que no salga con hombres mientras él no está. Otros son más dramáticos: un legionario escribe a su padre que lleva tres días sin comer ni beber por miedo a un ataque bárbaro.

El trabajo de la campaña se ha centrado en el fortín, del que se ha extraído mucho material del siglo II y se han dilucidado las estructuras de hornos y letrinas. En la zona sur del yacimiento se ha excavado un basurero, que ha arrojado interesantísima información: "Excavar en Egipto no es como excavar en otros sitios; sale vidrio y cerámica, pero al, ser un clima tan seco, aparece también materia orgánica en grandes cantidades, muy bien conservada".

La imagen del Mons Claudianus presentada por Peacock es muy diferente de la que se suele tener de una cantera romana. "Mons Claudianus consistía en una serie de 130 pequeñas canteras ligadas a pistas que llevaban hasta las rampas de carga, donde el material era desplazado en trineos hasta la zona de transporte por el desierto, a cargo de enormes carros de 12 ruedas".

El producto que se extraía era fundamentalmente columnas: en las canteras quedan algunas que se rompieron, como una espectacular, un gran pilar de 18 metros y unas 200 toneladas de peso.

Hay ostraca que muestran listas de cuadrillas de trabajo. Los operarios no eran esclavos sino en gran parte penados, criminales. "Era horrible, sobre todo en verano", indica Peacock; "en esa época en esta zona del desierto se alcanzan temperaturas que el hombre difícilmente puede soportar".

¿Qué sentido tenía Mons Claudianus, ese enclave febril en el remoto desierto egipcio? Hasta ahora se había pensado que todo el granito conocido como "granito del Foro" procedía de allí. Las investigaciones de Peacock han revelado que existían otras fuentes de granito de la misma calidad. ¿Porqué ir pues a ese lugar infernal? "No era por que se extrajera de allí una roca maravillosa", explica Peacock, "sino al contrario: era un material precioso por el lugar del que procedía, de una parte extrema del Imperio, y porque sólo podía obtenerse mediante sangre, sudor y lágrimas".

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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