Países africanos rechazan en Kioto convertir el Tercer Mundo en un museo
Los cinco países africanos interesados en levantar la veda en el comercio del elefante han acusado a las naciones desarrolladas de estar más interesadas en convertir el Tercer Mundo en un museo natural que en llenar el estómago de sus habitantes. Así lo dijeron en la octava, y polémica, asamblea de la Convención sobre Comercio de Especies en Peligro (CITES) que se celebra en Kioto.La secretaría del tratado, por su parte, descalificó la petición sueca de protección total del atún del Atlántico oeste, combatida por Japón, gran consumidor de atún crudo, al señalar que los datos científicos indican que el atún atlántico no está en peligro do extinción. Sin embargo, los datos sí indican un alarmante descenso de las poblaciones de atún atlántico por la pesca. Mientras, Mustafá Tolba, director del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) alertó ayer en Kioto sobre la propia supervivencia de la CITES y pidió apoyos gubernamentales para la puesta en práctica de sus conclusiones ante representantes de 105 países.
Conservación y utilización
"CITES no proporciona las bases legales para convertir el Tercer Mundo en un museo o en un zoológico. La filosofía de la organización es controlar el comercio de las especies para su conservación, desarrollo y posterior utilización", precisó Tolba. Asimismo llamó la atención sobre los miles de millones de personas "que se benefician de una mínima parte de los recursos naturales del planeta, disponen de una lastimosa renta per cápita y son diezmados por el hambre y las enfermedades. Estos seres humanos no pueden ser despojados de su derecho a usar de su patrirnonio natural". El príncipe británico Felipe, presidente del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), consideró que el comercio de especies en vías de extinción es tan dañino como el tráfico de drogas y promueve corrupción y violencia.Con el fondo de la polémica sobre la prohibición o no de comerciar con elefante, un delegado de Zimbabue manifestó que el tratado se convertirá en un foro marginal a menos que reconozca la necesidad de algunas naciones miembros a capitalizar sus recursos. Destacados defensores de las reservas de vida salvaje, entre ellos Richard Leakey, promotor en 1989 de la prohibición total de comerciar con marfil, apuntaron un posible compromiso para una solución intermedia: permitir el comercio de la carne y la piel de los elefantes manteniendo la prohibición del tráfico de marfil. Leakey, director de las reservas de animales salvajes de Kenia, advirtió: "Si damos luz verde al comercio de colmillos, provocaremos una nueva irrupción de cazadores".
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