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Llega a Berlín una muestra del arte que Hitler consideró degenerado

, Cientos de berlineses hacían cola ayer bajo el pórtico monumental del Altes Museum, construido por el gran arquitecto de la corte prusiana Karl-Friedrich Schinkel, para visitar la exposición Arte degenerado (Entartete Kunst) El destino de la vanguardia en la Alemania nazi; una reflexión sobre la muestra del mismo título organizada por el régimen hitleriano en 1937 en Múnich, y luego paseada por todo el III Reich, y que supuso la erradicación de todo el arte que, según los jerifaltes nazis, "no pudiera ser inmediatamente comprendido por cualquier alemán".

La instalación, organizada por el County Museum de Los Ángeles, diseñada por el arquitecto Frank O. Gehry y mostrada a lo largo del año pasado en Chicago y Washington, llegaba así ayer a su destino final, la capital de la nueva Alemania, en uno de los momentos claves de su historia. Es la primera muestra presentada después de la unificación por el Museo de Historia Alemana, creado en Berlín occidental en 1987 y que ha absorbido a la institución del mismo nombre que existió en la Alemania comunista.

El 19 de julio de 1937, un día después de que Hitler inaugurara en Múnich la Gran exposición de arte alemán, que marcó las pautas estéticas del nacionalsocialismo, el régimen inició la mayor campaña sistemática de la historia contra el arte de vanguardia. Todo el trabajo que numerosos museos alemanes llevaban realizando desde mediados los años veinte, comprando y promocionando la riquísima producción artística que existía en aquellos momentos en la Europa de entreguerras, y especialmente en Alemania, donde el expresionismo se hallaba en su momento álgido, fue echado por la borda.

Una comisión del Gobierno nazi visitó todos los museos del país y confiscó miles de obras, de las que 650 fueron seleccionadas para una exposición propagandística titulada precisamente Arte degenerado, y que fue inaugurada por el ministro de propaganda nazi Goebbels.

Lo más curioso del caso fue que el régimen nazi, consciente del valor de las obras de Van Gogh, Nolde, Picasso, Matisse, Kandinski, Grosz, Dix, Klee y muchos otros, organizó en 1939 una subasta en la galería Fischer, de Zúrich, cuyos ingresos en divisas sirvieron para engrasar la maquinaria de guerra. Más de la mitad de las obras, sin embargo, se perdieron.

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