50 intelectuales europeos levantan en París la bandera de la lucha contra el populismo
"La libertad no está garantizada para toda la eternidad", advierte Mitterrand
Se acabó. De la gran fiesta occidental de los años ochenta sólo quedan confetis embarrados. Ahora hay que tener ideas y luchar por ellas; si no, Europa puede volver a vivir los dramas de la segunda mitad de los años treinta. A partir de esa convicción, medio centenar de intelectuales europeos, entre ellos los españoles Fernando Savater, Jorge Semprún y Fernando Arrabal, acaban de celebrar en París un congreso de combate contra el populismo.
En la mañana del sábado, cuando Savater acababa de intervenir, François Mitterrand se presentó de improviso en el palacio de Chaillot, sede de un congreso colocado bajo el lema Europa o las tribus. Tras sentarse a la vera de Semprún, el ex ministro español de Cultura, Mitterrand hizo un análisis pesimista de la situación europea. "En todo nuestro continente", dijo, "mucha gente tiene la imperiosa necesidad de refugiarse en el seno de su familia cultural, religiosa o étnica".Esa "búsqueda de la identidad" es, añadió el presidente francés, una de las causas de la "exasperación" de los nacionalismos. Mitterrand confesó que se siente inquieto cuando ve que Bielorrusia, Eslovenia o Macedonia piden un reconocimiento internacional como Estados independientes. o al ver que "provincias y regiones de Italia y España quieren seguir ese mismo camino". Y eso en un momento en que otras fuerzas empujan en la dirección de la unidad europea.
La "exasperación nacionalista", dijo Mitterrand, lleva al "desorden". "Hemos entrado en un periodo de desorden de larga duración. Vamos a vivir momentos difíciles. El papel de los intelectuales y los políticos es buscar las ideas que puedan acortar ese periodo". El presidente de un país cuya ultraderecha está consiguiendo el apoyo del 20% del electorado declaró que, incluso en los países con larga tradición democrática, la libertad no está garantizada eternamente. "La libertad", dijo, "no es natural; es una construcción del ser humano. Si se deja actuar a la naturaleza, desaparece en beneficio de la ley del más fuerte".
Poco antes, Savater había explicado cómo él ha sido "víctima" en el País Vasco de dos nacionalismos diferentes. Primero, el "nacionalismo imperialista de Franco"; ahora, el "nacionalismo violento de los terroristas de ETA". "Lo grave", reflexionó, "es que cuando acceden al poder los que han sido víctimas tienen una irresistible tendencia a hacer lo que sus verdugos de antaño".
Ciudadanos
"Prefiero la Europa de los ciudadanos a la de los Estados o a la de los pueblos", proclamó Savater. Esa idea resumió lo que en sesiones anteriores habían dicho el periodista Jean Daniel, los filósofos Bernard Henry Lévy y Alain Fienkielkraut y, en general, la mayoría de los participantes en el congreso.El psicoanalista Daniel Sibotny presentó otro aspecto de la cuestión. "Todo el mundo, individuos o colectividades, tiene en algun momento la necesidad de regresar a sus orígenes", dijo. "Eso no es malo, es hasta bueno. Lo importante es no quedarse estancado en los orígenes".
Sibotny puso también el acento sobre uno de los debates que apasionan hoy al mundo periodístico francés. "¿Cuál es el papel de los medios de comunicación, la televisión en particular, en el ascenso del racismo, el nacionalismo y el populismo?", se preguntó. El mismo dio una primera respuesta al constatar: "Todos los medios franceses de importancia están contra Le Pen, y, sin embargo, dando una cobertura excepcional al menor de sus pasos, lo han convertido en un personaje nacional".
La escritora Danielle Sallevane asumió, en cierto modo, el papel de abogado del diablo cuando afirmó: "Temo que bajo la peyorativa denominación de populismo esté condenándose de antemano los derechos legítimos de algunas naciones de Europa a luchar contra la desaparición de sus culturas peculiares". Sallevane recordó que el "cosmopolitismo comunista" y el "cosmopolitismo mercader" coinciden en propugnar la "uniformización".
Danielle Sallevane denunció la conversión en mercancía cultural de la ética y la estética de las rebajas", y afirmó: "El individuo libre no puede existir sin una memoria, una tradición".
El escritor argelino Rachid Mimuni recordó que los demócratas magrebíes tienen depositadas casi todas sus esperanzas en una Europa que les da la espalda. "Que Europa no sea sólo un supermercado, que se dote de una ambición cultural", pidió Mimuni en medio de un fuerte aplauso.
Babelia
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