Siria y Líbano imponen el repliegue en el sur de las milicias musulmanas
La fuerte presión internacional, particularmente de Siria y de Líbano, paralizó ayer la ofensiva Katyusha de la guerrilla shií contra Israel e impuso el repliegue, al menos temporalmente, de los mili cianos musulmanes en el Sur, desactivando así una crisis que la semana pasada levantó el espectro de una nueva invasión israelí. En un ejercicio que puede poner a prueba las lealtades de los guerrilleros del proiraní Hezbolá (Partido de Dios), sectores radicales en Teherán instaron indirectamente a continuar la lucha.
Los centenares de milicianos shiíes que se concentraron ayer en la mezquita de Gobeiri, en los emprobecidos suburbios al sur de Beirut, interrumpieron los discursos al grito de "Alá es grande". La conmemoración del asesinato del jeque Abas Musawi, líder máximo de Hezbolá, despedazado, con su mujer y su hijo, por helicópteros israelíes hace una semana, fue una reafirmación del sentimiento de venganza. Pero detrás de la retórica había una perceptible actitud de prudencia.Tras serias advertencias de Tel Aviv, los guerrilleros musulmanes suspendieron el sábado los ataques con cohetes Katyusha contra Israel y la zona que el Estado judío ocupa en el sur libanés.
"La sangre de nuestros mártires enriquece la tierra de la resistencia islámica", proclamó el sucesor de Musawi, el jeque Hasan Nasralá, que apareció flanqueado por la plana mayor de Hezbolá y Ahmed Jibril, líder del Frente Popular para la Liberación de Palestina-Comando General, una de las organizaciones más radicalizadas del movimiento de los fedayin.
En el sur del país, sin embargo, era evidente que los Gobiernos de Siria y Líbano han conseguido controlar, al menos de momento, el fervor de los artilleros musulmanes. Por primera vez en una semana, las rudimentarias plataformas de lanzamiento de cohetes Katyusha estaban inactivas. El silencio a lo largo del campo de batallá era también resultado de intensas gestiones de Estados Unidos y las Naciones Unidas, que exhortaron a Beirut, Damasco y Tel Aviv a poner freno al ciclo. de violencia en vísperas de la reapertura de negociaciones de paz, hoy, en Washington.
Amaina la tormenta
La tormenta en el sur de Líbano ha amainado. La prueba más evidente eran las columnas de milicianos musulmanes vestidos de civil que regresaban a sus aldeas del Sur o a Beirut sin más armas visibles que las consignas y sin más declaración que las fotografías de Musawi pegadas en sus vehículos.
El repliegue de los milicianos 24 horas después del retorno de la fuerza israelí que avanzó sobre las aldeas de Kafra y Yater el jueves, tras una intensa operación de "búsqueda y destrucción" de bases guerrilleras, trajo alivio a los soldados de la fuerza de paz de la ONU, que se vieron sometidos a un fuego cruzado de árabes e israelíes durante más de seis días.
El temor a represalias israelíes permanecía, sin embargo, latente. Uno de los aproximadamente 120 proyectiles Katyusha disparados por los guerrilleros mató a una niña israelí en el norte de Galilea, el viernes. Fue la primera víctima civil de ataques desde el sur de Líbano desde. las operaciones que en 1982 determinaron la invasión israelí.
En un intento por mantener el estado de alerta, la prensa oficial de Teherán instó a los libaneses a desconfiar de la ONU. El organismo internacional, según los dirigentes iraníes, se muestra obediente a los dictados de Estados Unidos, se ha alineado con Israel, ignorando la "agresión sionista" y practicando un rasero distinto al que, por ejemplo, se utilizó para castigar la invasión iraquí de Kuwait. La soberanía de Líbano, dijo uno de ellos, "ha sido abofeteada", y exhortó a los combatientes islámicos a "intensificar" su lucha.
Resultó una arenga inútil. Las únicas personas que se movían ayer por las devastadas calles de las aldeas de Kafra y Yater, escenarios de la represalia israelí en el sur libanés, eran civiles entristecidos. Aprovechando la tregua, retornaron a sus hogares para verificar que los que más han perdido en la última escalada de violencia han sido ellos.
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