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42° FESTIVAL DE BERLÍN

Buen cierre del cine español con 'Beltenebros' y 'El rey pasmado'

El cine español cerró su numerosa presencia en la Berlinale con buen pie: Pilar Miró y Terence Stamp dieron, tras la buena acogida a Beltenebros, una animada conferencia de prensa; El rey pasmado fue recibida en el Panorama entre risas y aplausos, y Martes de carnaval se exhibe fuera del alcance de esta crónica. Por su parte, la mediocre película estadounidense Bugsy, candidata nada menos que a 10 oscars, se retiró de la competición. Su director, Barry Levinson, sigue siendo un campeón de la superficialidad y el amaño, y su protagonista y productor, Warren Beatty, parece embarcado en una penosa espiral de megalomanía y divismo casi graciosos de puro evidentes.

, ENVIADO ESPECIAL, Bugsy venía a competir, pero alguien que conoce cómo funcionan los festivales de cine, se olió él tortazo que la esperaba y debió aconsejar a Warren Beatty que la retirara del concurso, donde no le iban a dar ni los buenos días, con el consiguiente descrédito que ello le acarrearía en las votaciones gremiales para los próximos oscars. Y la película fue retirada.La Berlinale se justificó, mediado el festival, en una nota informativa donde se decía que por un error de impresión no se puso en el programa la advertencia de que Bugsy se presentaba fuera de competición. Nadie creyó esta patraña, pues, de ser cierta dicha nota, habría sido publicada -como ha ocurrido otras veces- el primer día. Parece evidente que la verdad es que informaron a Beatty de que había varias películas muy serias en la competición y que éste, que no time un pelo de tonto, se apresuró a huir de la quema por la puerta trasera.

La película se estrenará pronto en España y entraremos con más detenimiento en su absoluto vacío interior. Adelantemos que es un filme que va de duro, pero que es la blandura hecha celuloide: la vida completamente canalla del gánster Ben Bugsy Siegel convertida en un caramelito impresentable.

La personalidad de aquel sangriento y achulado hampón de poca monta sale elevada poco menos que en un martirio heroico e incomprendido. Beatty -que últimamente gesticula como un chimpancé en un nido de avispas- sobreactúa tanto y de manera tan vanidosa (prácticamente sale en el 99% de los planos de la película) que convierte a chupaplános profesionales del tamaño de Jack Nicholson y Meryl Streep en gente relativamente discreta, de esa a la que le gusta pasar inadvertida.

La expectación -seguida de arrugamiento- que despertó esta ridícula candidata a 10 oscars perjudicó a Beltenebros. La inmediata proyección de Bugsy diezmó la sala de conferencias de prensa, pese a lo cual el coloquio entre Pilar Miró, Terence Stamp y un centenar de periodistas fue muy vivo y en él se hicieron preguntas y se dieron respuestas de altura, lo que indica que la película pasó mejor que bien la prueba de la presión de la prensa especializada.

Como la pasó maravillosamente El rey pasmado, presentada en el Panorama, donde provocó carcajadas, aplausos y esa audible sensación de comodidad que crean en el público las películas que aciertan en el tono y que generan alta velocidad en el juego entre los estímulos de la pantalla y las respuestas de sala. La película de Imanol Uribe fue devorada por un público saturado de un cine -casi 40 películas en 12 días- con muchos altibajos y que estaba en ayunas de obras reconfortantes y divertidas, como ésta.

Posibilidades

El cine español tiene posibilidades este año -como el pasado con Amantes- de estar otra vez en la lista final de premios. Sobre qué títulos y qué cineastas llenarán esta lista hay pronósticos para todos los gustos. Pero son tres las películas que más suenan y mejor reúnen las condiciones que sobre el papel deben tener las ganadoras del Oso de Oro y el optativo Premio Especial del Jurado.

Son la estadounidense Gran Canyon, de Laurence Kasdam, y las francesas Todas las mañanas del mundo, de Alain Corneau, y Cuento de invierno, de Eric Rohmer. Lo que, por supuesto, no es obstáculo para que al final se lleve el gato al agua algún engendro de título olvidado, como ocurrió el año pasado.

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