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RELIGIÓN

Suquía afirma que el capitalismo es negativo cuando no está al servicio de la libertad humana

El capitalismo ha de estar encuadrado en "un sólido contexto jurídico" para estar al servicio de "la libertad humana integral" y ser admitido por la Iglesia, según manifestó ayer el cardenal Angel Suquía, presidente de la Conferencia Episcopal Española. De no estar concebido en estos términos, "la valoración que hace de él la Doctrina Social de la Iglesia es absolutamente negativa", afirma el cardenal. Las desigualdades que genera este sistema "no se evitan", a su juicio, "cediendo espacios de libertad al Estado". El problema, para Suquía, está en la cultura que sustenta y configura al capitalismo.

Suquía, durante el acto de inauguración de la XXXVI Semana Social, cuyo lema es La empresa a la luz de las orientaciones del Sínodo sobre Europa, que concluye el domingo en Córdoba, indicó que, tras "el fracaso de los regímenes comunistas", el capitalismo aparece hoy como único sistema en el horizonte. El cardenal, que sostiene que "el error radical del marxismo fue en último término un error espiritual, porque reducía al hombre solamente a su aspecto económico y material", entiende que el capitalismo necesita desarrollarse en un determinado marco para ser valorado por la Doctrina Social de la Iglesia."En la empresa", añadió, "se puede llegar a distribuir los productos y los beneficios buscando únicamente el enriquecimiento. Entonces se produce la alienación, que, junto con la pérdida del sentido de la existencia, se da también en Occidente, lo mismo en la producción que en el consumo, como consecuencia del valor de la persona y de la inversión de la relación correcta entre los fines y los medios".

Para responder mejor a "la verdad del hombre" y servir "al bien integral" de las personas, Suquía dijo que "es urgente que los empresarios y sus asesores -y también los trabajadores- se esfuercen en hacer de la empresa no sólo una estructura de producción, sino también una comunidad de vida". También señaló que para mitigar el paro, "plaga" de las sociedades industrializadas, es necesaria "una mejor distribución del trabajo". Suquía consideró que las dificultades que tienen los jóvenes en el mercado laboral "induce en los matrimonios la baja natalidad" y el envejecimiento de las sociedades, "con enormes cargas de subsidios y pensiones que pesan sobre unos pocos hombres".

La libertad económica, a juicio de Suquía, debe estar "encuadrada en un sólido contexto jurídico para que esté al servicio de la libertad humana integral y la considere como una particular dimensión de la misma, cuyo centro es ético y religioso". El cardenal indicó que las desigualdades que surgen en el sistema capitalista, "a veces tremendas", no tienen su origen tanto en los mecanismos del sistema, cuanto en la cultura que lo sustenta y lo configura. Abogó, en esta línea, por una cultura empresarial para que la actividad económica "esté verdaderamente al servicio del bien íntegro de las personas, de cada hombre y de todos los hombres".

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