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Debajo de los bellos discursos

En un corto dialogo, Grass hizo aclaraciones sobre el origen de Malos presagios: "Lo que me ha empujado a hacer el libro ha sido narrar lo más ampliamente posible un tema difícil y de importancia: esa problemática polaco-alemana enterrada por los bellos discursos festivos. Meterlo en una ficción"."No me duele la pérdida del lugar de origen. Esa pérdida se me volvió, cierto que dolorosamente, pero también comprensivamente, clara ya tras la guerra, gracias a la visión que dice que fue por nuestra culpa por lo que se llegó a esa pérdida, que sigue siendo, a pesar de ello, una pérdida. Eso ha llevado a que yo, que he vivido muchos años en Berlín y luego en el norte de Alemania, y estoy muy unido a ambos sitios, no me haya sentido, pese a todo, aferrado a un sitio en ese sentido irracional con el que uno se une a su raíz".

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"Me interesó escribir un libro paralelo a lo que pasaba. En 1990 ya tenía el esquema. Lo que, sin embargo, se desencadenó en poco tiempo no me permitió ponerme a escribir. Así que en 1991, en la segunda semana de enero, cuando comenzó la guerra del Golfo, me puse a ello".

Sobre lo provinciano y lo universal en literatura, Grass contó una anécdota: "Siendo yo un autor joven, de 31 años, y cuando acababa de aparecer El tambor de hojalata, recibí una carta del famosísimo editor Kurt Wolf. Me pedía que le visitara en Zúrich, en un hotel elegantísimo. Yo estaba bastante atemorizado. Me dijo: 'Le doy vueltas a la idea de publicar su libro en América. ¿Puede figurarse que lo que ha escrito le pueda interesar al lector americano?'. Le contesté: 'No, no puedo. El libro se refiere, de forma muy consciente, a Gdansk y a un pueblecito de al lado, es decir lo que conozco'. Él zanjó: 'Déjelo, me ha convencido. Toda la gran literatura universal es provinciana'. Por ejemplo, García Márquez sitúa su acción en lugares que son exóticos para nosotros, pero hay comportamientos que pueden ocurrir también aquí, en el Palatinado o en Kachubia".

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