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Entrevista:

"Quedarnos fuera de la CE, sería como estarlo de Europa"

"La Comunidad Europea no puede levantar un nuevo telón de acero en nuestro continente, esta vez desde el otro lado", asegura a EL PAÍS Geza Jeszenszky, ministro húngaro de Asuntos Exteriores, que el miércoles inicia su primer viaje oficial a España, donde visitará Madrid y Barcelona. En la entrevista, Jeszenszky analiza las repercusiones para Hungría de los cambios que habido en el centro y el este de Europa.

Geza Jeszenszky se apresura a negar que Hungría se sienta hoy decepcionada -como lo estuvo España hace 10 años- por la demora de las viejas democracias europeas en admitirla en su seno. "Hemos sido los primeros en entrar en el Consejo de Europa, hemos firmado un acuerdo de asociación con la Comunidad Europea apenas un año después de nuestras primeras elecciones democráticas, y tres días después yo pronunciaba mi primer discurso ante el Consejo Atlántico", señala."Por tanto, no nos sentimos excluidos. Somos realistas: sabemos que la mejor manera de facilitar nuestro acercamiento a la Comunidad es cambiar lo más rápidamente posible nuestro sistema político y económico para hacerlo compatible con el de vuestros países. Hacemos todo lo posible para acelerar, este proceso. Sabemos también que debemos evitar creer que el entrar en la Comunidad signifique entrar en el paraíso. Pero, para nosotros, quedarnos fuera sería como quedamos fuera de Europa", prosigue Jeszenszky. "Además, a Europa tampoco le conviene que exista una línea de demarcación que la divida, con un gran desnivel económico entre las dos partes".

En el campo de la seguridad, el ministro asegura que su país, aunque esté enclavado en una zona de altas turbulencias, se encuentra hoy, de manera paradójica, en una situación de mayor seguridad. "Lo que es evidente es que el Pacto de Varsovia ya no era considerado como un foro de defensa por nadie, y su desaparición, por tanto, no nos afectó de manera negativa. Además ya han salido todas las tropas soviéticas de nuestro territorio, y ya no hay amenazas para nosotros de vernos arrastrados a un conflicto de tipo nuclear".

El problema de las minorías

Pregunta: ¿No arrastra la situación conflictiva de las naciones del entorno a todos los países de la zona? Aunque Hungría tiene la suerte de no padecer en su territorio problemas de nacional¡dades, lo cierto es que los conflictos de este tipo que asolan a sus vecinos afectan en muchos casos, como en Yugoslavia o Rumania, a minorías húngaras.

Respuesta: Naturalmente, aunque intentemos mantener buenas relaciones con los países vecinos, no podemos quedamos neutrales en todo lo que afecta a la suerte de nuestras minorías fuera de nuestras fronteras. Por eso insistimos tanto en los foros internacionales respecto a los derechos de las minorías. Existen documentos muy claros al respecto, tanto de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa [CSCE] como del Consejo de Europa. Hay que conseguir que se aplique.

P. ¿En qué medida puede afectar la descomposición de la URSS a un país vecino como Hungría?

R. Le puedo asegurar que después del intento del golpe de agosto en Moscú nos sentimos más seguros. El desmembramiento de la Unión Soviética significa para nosotros, a la vez, la desaparición de una gran amenaza y la aparición de pequeños peligros. Pero estos últimos nunca serán tan graves como lo fue la primera. Por una parte, porque no tiene por qué ser inevitable que estos nuevos países se hagan la guerra los unos a los otros. Y también porque, aunque se produzcan conflictos limitados, nunca producirán tantos muertos como los millones que provocó el estalinismo. No puede haber nada peor que el estalinismo. Lo sabemos mejor que nadie.

P. ¿Quiere eso decir que el Gobierno húngaro se siente más seguro teniendo como vecino a la Rusia de Borís Yeltsin que a la URSS de Mijaíl Gorbachov?

R. No quiero comparar a los dos. Gorbachov tuvo enormes méritos históricos. Pero existió hasta el final el peligro de que pasara a ser controlado por los sectores conservadores. Y con eso se mantenía para nosotros la gran amenaza de la que hablaba.

El seguro de la OTAN

P. Frente a este cúmulo de incertidumbres, usted opina que hoy es más necesario que nunca un esquema de cooperación europea en materia de seguridad. ¿Puede ser la CSCE la base de este sistema?

R. La verdad es que la CSCE ofrece muchas promesas para el futuro, pero, por lo que se refiere al presente, yo estaría mucho más preocupado si no existiera la Alianza Atlántica. La OTAN puede representar una especie de seguro contra el caos y el desorden. Me parece significativo que la ayuda a la Comunidad de Estados Independientes se haya canalizado en gran parte a través de la OTAN.

P. ¿No existe, sin embargo, el peligro de reconocer así a la OTAN un virtual derecho de injerencia en problemas internos que no son de su competencia?

R. Hay que distinguir los problemas políticos realmente de orden interno y los conflictos que surgen entre etnias, que representan un caso distinto. Yo no digo que la OTAN deba intervenir, por ejemplo, en el conflicto entre serbios y croatas. Pero alguien debe poder actuar. La CSCE tiene entre sus objetivos el de prevenir este tipo de conflicto, así como el de asegurar los derechos de las minorías. Los documentos de las Naciones Unidas también hablan del derecho de autodeterminación. Ya es hora, de que haya instituciones que hagan efectivos estos derechos. Es cierto que el Consejo de Seguridad de la ONU puede jugar un papel en este sentido, pero hay que cooperar en este campo también a nivel europeo. Yo no tengo por qué temer que mañana se instaure un sistema de seguridad que abarque desde el Atlántico hasta Vladivostok.

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