La 'amenaza del Sur'
La incertidumbre respecto al futuro inmediato de Argelia y la posibilidad de que en breve plazo pueda producirse en este país un grave conflicto, e incluso una guerra civil, está sirviendo de argumentación para que algunos analistas reafirmen la vieja tesis de que la inestabilidad de los países del Magreb configura, hoy día, la principal amenaza para nuestra seguridad. La crisis argelina sería, en este sentido, una concreción de dicha amenaza.El discurso de la amenaza del Sur, sin embargo, se apoya exclusivamente en una patológica evaluación de las intenciones hostiles de estos países, que no resiste el más mínimo análisis comparativo de los potenciales realmente existentes entre las riberas norte y sur del Mediterráneo occidental. La presencia de conflictos en el interior de los países del Magreb, y la sospecha de que algunos de ellos pueden llegar a ser auténticamente dramáticos, no tiene por qué confundirse con la existencia de amenazas para nuestra seguridad, y menos a nivel militar, tal como algunos pretenden hacer ver.
Sin necesidad de considerar la capacidad de Europa occidental, y limitándonos a comparar los potenciales de los tres países europeos del Mediterráneo occidental (España, Francia e Italia) con los de Argella, las asimetrías no pueden ser más que escandalosas. Los tres países de la ribera norte tienen un producto interior bruto 34 veces superior al de Argelia y un volumen exportador 43 veces mayor. Un 44% de las exportaciones argelinas van dirigidas precisamente a esos tres países europeos, lo que sitúa a Argelia en una situación de gran dependencia, y no sólo económica, mientras que nosotros sólo enviamos a Argelia el 1% de nuestras exportaciones.
Hay un segundo nivel de dependencia que se acrecentará con el tiempo. Se estima que en los próximos 35 años la población de los tres países europeos aumentará en cuatro millones, mientras que la de Argelia se incrementará en 27 millones, duplicando su actual población. Y en su país, donde todavía se dan índices de desarrollo humano tan bajos (la mortalidad infantil es siete veces superior a la nuestra, y el índice de analfabetismo de las mujeres es 13 veces mayor), este rápido incremento de la población se traducirá en una inevitable emigración hacia el Norte, lo que obligará a Argelia a negociar con los países europeos, de una forma u otra, la canalización de este flujo migratorio.
La instauración de un sistema político y social sustancialmente diferente al nuestro, e incluso opuesto en determinados ámbitos esenciales de nuestra escala de valores, no supone tampoco, o al menos necesariamente, una amenaza de carácter militar. No debería olvidarse en este sentido que los tres países del Norte mantenemos un nivel de gastos militares 53 veces superior al de Argelia, aun cuando nuestra población sólo es seis veces mayor. Francia tiene armas nucleares, y en Italia hay instalaciones nucleares de Estados Unidos, algo de lo que carece Argelia. En cuanto a los riesgos de proliferación, el reactor de investigación nuclear que ha comprado a China estará sujeto a las salvaguardias de la IAEA, y parece que no tiene potencia suficiente para producir plutonio.
Respecto al potencial aéreo, los tres países del Norte disponen de un número de aviones de combate seis veces superior, y en cuanto al naval, no puede ni compararse, ya que sólo el número de buques es 20 veces mayor.
Cuando se habla de la nueva amenazas del Sur y ésta se traduce en términos militares, en realidad estamos ocultando nuestro celo por mantener en régimen de monopolio nuestra inmensa capacidad destructiva, tanto nuclear como convencional, así como nuestra incapacidad para llevar a cabo procesos de desarme que acaben de una vez con esta permanente amenaza a la supervivencia de los pueblos. Y con este mal ejemplo histórico del Norte resulta muy dificil tener la legitimidad moral para exigir el buen comportamiento del Sur.
Vicenç Fisas es investigador sobre desarme del Centro Unesco de Cataluña y miembro del CIP.
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