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Nunca más se supo

Juan Antonio Carbajo

A la vuelta de las vacaciones veraniegas de 1986 se anunció: "La Gran Vía será reformada para devolverle su esplendor y eliminar la delincuencia". El Ayuntamiento había encargado un estudio al arquitecto Javier Feduchi para lavar completamente la cara a la principal calle de Madrid y devolver a los edificios su primitivo estado. ¿Querían demoler la Gran Vía para recoinstruirla? De aquel proyecto, nunca más se supo.Un año después, en 1987, empezaron las obras del primer parque acuático de la ciudad. La empresa concesionaria invirtió 1.000 millones de pesetas en remover tierras hasta que el Ayuntamiento paró los trabajos porque le pareció excesiva la altura que alcanzaron las montañas artificiales. Nunca más se supo.

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Algún día se terminarán

En 1990 se convocó un concurso para construir un tren de lujo entre Nuevos Ministerios y Barajas. Se presentaron seis propuestas y cuatro pasaron a una segunda fase. Nunca más se supo. El proyecto está en el fondo de algún cajón haciendo compañía al de instalar parquímetros en las calles de Madrid, una idea de 1985.

También duerme la idea, mil veces anunciada, de sustituir el pavimento de las calles de Carmen y de Preciados por otro con motivos comerciales. Zapatos, guantes, relojes y sombreros que los madrileños no han pisado nunca, a pesar de que se aseguró que se instalaría en 1990.

El velódromo de Torrejón tuvo la mala suerte de nacer cojo. Se terminó con defectos en 1989 y se demolió después. Quizá se acabe antes el de Madrid, previsto para 1992, pero que está a medias pendiente de que alguien aporte 800 millones.

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Plazos escurialenses

Sin embargo, hay cosas nuevas en este Madrid del 92, aunque sólo sea porque su ejecución estaba programada para mucho antes. Los nuevos recintos feriales de lfema, en el Campo de las Naciones, recientemente inaugurados por el Rey, estaban previstos para 1985 primero y 1988 después. A la tercera se acabaron, aunque sus promotores creen que ya se han quedado pequeños.

El túnel de la línea de cercanías Móstoles-Atocha es otra obra escurialense. Estaba previsto terminarla en 1986 y se acabó cinco años después. Incluso cuando estaba acabada no se pudo inaugurar porque, según dijeron los sindicatos entonces, las máquinas no podían subir la pendiente del túnel.

El primer programa de aparcamientos para residentes tuvo que esperar 10 años para cumplirse. El Ayuntamiento de Enrique Tierno redactó 90 proyectos en 1981 que no se terminaron hasta el pasado año.

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