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Un actor problemático

Diego A. Manrique

Los problemas con la industria cinematográfica norteamericana no son una experiencia nueva para Dennis Hopper, cuya carrera se parece mucho a una montaña rusa.Nacido en Dodge City (Kansas) en 1936, atrajo a los cazatalentos de Hollywood -con su aparición como epiléptico en una serie de televisión. Harry Cohn, el temible King Kong de Columbia, le vio como un nuevo Montgomery Clift y le hizo en persona una de esas ofertas-que-no-se-pueden-rechazar: "Dadle dinero a este chico y ponedle un instructor para que se olvide de Shakespeare". La irreproducible respuesta del actor se hizo famosa en toda la industria. Jack Warner prefirió no conocerle pero le fichó para su cuadra de estrellas jóvenes (James Dean, Nathalie Wood, Sal Mineo ... ).

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Todo fue bien al principio, con el éxito de Rebeldes sin causa y Gigante. La muerte de James Dean ('Fue mi amigo y mi mentor en cuestiones culturales", afirma Hopper) le descentró y se transformó en un actor de pésima reputación, violento de comportamiento y hostil ante los requerimientos de los directores. En 1958, después de hacerle repetir 86 veces una escena de Arenas de muerte, Henry Hatthaway le lanzó la clásica maldición: "Nunca volverás a trabajar en esta ciudad". Era el mismo Hattaway que después le recuperó para el cine.

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