El castillo de Sigüenza, cerrado a cal y canto para que Marlon Brando ruede sin periodistas ni curiosos
El castillo de Sigüenza estuvo ayer más duramente defendido para evitar la entrada de periodistas y curiosos al rodaje de la película Cristóbal Colón. El descubrimiento. Cinco guardias de una empresa de seguridad custodiaban todas las entradas al castillo pidiendo pases a obreros, extras y técnicos de rodaje, mientras una furgoneta atravesada a modo de barricada hacía las veces de portón en el acceso a la entrada de la fortaleza, hoy convertida en parador de turismo.Aunque los técnicos de rodaje estaban en Sigüenza preparando todo desde las siete de la mañana, el gran divo Marlon Brando, que ha eclipsado al resto del reparto, no llegó a la ciudad del doncel hasta las 11.40. Entró en el castillo-parador en un Mercedes azul tapado con un abrigo y hojas de periódico mientras cerca de una veintena de fotógrafos y cámaras de televisión intentaban la instantánea imposible.
Una vez que se bajó del coche fue directamente al camión de maquillaje y vestuario. Allí, Marlon Brando se convirtió en Torquemada y, ayudado por dos personas para que su inmensa anatomía no tropezara entre hábitos y sayones, se presentó en la sala del trono saludando a todos con un con un cordial "buenos días señores" con acusado acento mexicano.
La estancia del parador seguntino se había transformado en el salón del trono de la Alhambra de Granada. La escena que se Filmó ayer era la presentación de Colón a los reyes Fernando e lsabel, que coincidía con el juicio de un hereje en el que intervenía el in,quisidor Torquemada. La productora tuvo exquisito mimo por rriolestar a Brando lo menos posible, y así las pruebas de luz eran realizadas por un tal Berrueco, cerrajero en Salamanca. Se hicieron cuatro tomas de prueba y luego la definitiva. En los intervalos, Marlon Brando aprovechaba para echar una cabezadita.
A las 15.20 hubo un descanso para la comida. Los actores principales lo hicieron en el parador mientras que los demás se repartieron por restaurantes y tascas de la ciudad. Tras el almuerzo, se reanudó el trabajo, pero por poco tiempo. A las seis de la tarde, una furgoneta con los cristales ahumados abandonaba Sigüenza con Marlon Brando dentro a no más de 80 kilómetros por hora porque el actor americano no quiere más carreras con los periodistas como las del primer día en Madrid.
Babelia
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