Una especie de 'bola mágica'
La utilización de las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) por el Gobierno para fines propios ha sido una crítica constante esgrimida por la oposición desde el inicio de la transición democrática en España. Una orden ministerial aprobada cuando gobernaba la Unión de Centro Democrático (UCD) en España, de diciembre de 1978, por la que se restringía el acceso a los datos del CIS a los ciudadanos dio rango legal al secretismo. Los gestos de algunos gobernantes, como Alfonso Guerra, que alardeaban de su conocimiento reservado, contribuyeron aún más a hacer de este organismo público una especie de bola mágica del futuro.El CIS ha sido también una plataforma de ascenso político. Julián Santamaría fue director del CIS antes de ser embajador en Washington, y Rosa Conde, también, aptes de ser ministra portavoz. La ministra recuerda con agrado su paso por el CIS y asegura que funcionó con autonomía.
La Ley de Presupuestos de 1990 permitió el acceso de los ciudadanos a los hasta entonces datos reservados al Gobierno. La reducción del plazo de difusión de los datos y la publicación de un boletín bimensual con todos los temas de que dispone el CIS, promovidos bajo la presidencia de Joaquín Arango, permite, según fuentes gubernamentales, "hacer accesible este organismo a la sociedad".
Las mismas fuentes señalan que "todos los gobiernos que no sean analfabetos utilizan las encuestas para conocer la sensibilidad de la población, pero no se gobierna a golpe de encuesta". A modo de ejemplo, dicen que "si se hubiese gober-nado a golpe de encuesta no hubiera habido reconversiones industriales e incluso en algún momento se podría haber instaurado la pena de muerte".
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