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LAS RUINAS DE LA U. R. S. S.

Sebastopol también tiene hambre

La ciudad cerrada, base de la Flota del Mar Negro, sufre los efectos del desabastecimiento

Sebastopol es, sobre todo, la ciudad de la Flota del Mar Negro: muchas de sus calles y plazas llevan nombres de los almirantes que la mandaron, y hasta su principal sala de espectáculos es el teatro de la Flota. Es también una de las 13 ciudades héroes de la URSS, por su resistencia frente al invasor nazi. "Vale más morir de pie que vivir de rodillas", la consigna que en España popularizó Pasionaria, fue aquí el grito de resistencia durante los 250 días de asedio, comenta VIadímir, improvisado guía. Pero también es una ciudad de la ex URSS y, como tal, es presa del desabastecimiento. "Vale más morir por comer mucho que de hambre", ironiza Oleg, ex oficial de la Armada, remedando la vieja consigna de guerra.

"Me habría gustado invitarles a casa, pero no podemos encontrar alimentos para la cena que se merecen", se disculpa Pável, un oficial destinado en el Estado Mayor de la Flota del Mar Negro, cuya cara arrugada pone en evidencia que es hombre de mar. "Hace poco estuve en Italia y sé que ustedes están acostumbrados a cosas mejores".La cena en el restaurante Palot no había estad o tan mal, aunque, eso sí, había que conformarse con lo que pusieran. La reserva en ese restaurante se había logrado a la quinta llamada telefónica, después de que otros cuatro lamentaran no tener alimentos que servir. Mientras le esperaba la cena, un joven entró en la cocina y salió con una docena de huevos en la mano. "Como tienen algunas cosas, hay gente que se pasa por aquí para comprar alimentos como si fuera una tienda", comenta uno de los comensales.

Como para cualquier ciudadano de la ex Unión, sobrevivir es también la tarea principal de los ofíciales y suboficiales que sirven en la Flota del Mar Negro. Mientras los políticos y algunos de los mandos de mayor rango polemizan sobre si la flota ha de pertenecer a Rusia o a Ucrania, ellos valoran los pequeños detalles, como, por ejemplo, el que ha tenido el Gobierno ucranio este mes al entregarles cupones para ellos y sus familias.

En Ucrania -y Sebastopol está en esa república, aunque la mayoría de su población sea de origen ruso-, toda la comida se compra en las tiendas del Estado con cupones, el embrión de la moneda que Ucrania pondrá en circulación en el futuro. "Para mí y mi familia me han entregado 700 cupones", afirma Pável, que al mismo tiempo ha percibido su sueldo en rublos. "El presidente Kravchuk está haciendo una política correcta. Ha garantizado a los oficiales de origen ruso que los que quieran pueden quedarse aquí. Y muchos de ellos, que tienen en Sebastopol la casa y la familia, se van a quedar y jurarán por Ucrania", explica Pável, de origen ucranio pero casado con una rusa.

Prohibido el paso

Entrar en Sebastopol en plena crisis por la Flota del Mar Negro no es fácil para nadie, y menos aún para el periodista. Sigue siendo una ciudad cerrada, y para acceder a ella se requiere un permiso especial. La población más cercana conectada por tren y avión con el resto de la ex URSS es Simferópol, la capital de Crimea. Desde allí se puede viajar por carretera hasta Sebastopol, en donde se entra una vez superado el control policial situado a unos 10 kilómetros, de la ciudad portuaria.Este invierno está siendo especialmente crudo en Crimea, y la nieve cubre el paisaje de colinas por el que discurre la carretera entre las dos ciudades. Apenas hay circulación. Como en el resto de Ucrania, la falta de gasolina ha dejado los coches en los garajes y, junto a los camiones y taxis, sólo logran sacar el coche algunos afortunados con influencias.

A pocos kilómetros de Simferópol, a la derecha, unas casas a medio construir dan pie a Vladímir para explicar que son para los tártaros, que en número de casi 100.000 han regresado ya del exilio a que les forzó Stalin. Al borde del camino, acacias, y algo más allá, pequeños abetos y un campo de melocotoneros. Lo que apenas queda ya son vides, una de las principales riquezas de Crimea desde que llegaron allí los griegos cinco siglos antes de Cristo. Buena parte de las viñas fueron víctimas del furor antialcohólico que exhibió Gorbachov en su primer año de Gobierno.

Una vez superado el desvío hacia Yalta, la tercera gran ciudad de Crimea, aparece una enorme ancla de piedra que lleva grabado el nombre de Sebastopol, y enseguida, el control policial, que marca el principio del extenso territorio cerrado. El paisaje se vuelve más agreste, y pronto empiezan a aparecer, uno tras otro, monumentos a caídos durante el asedio de 1941-1942. "Tenemos más monumentos a los héroes que en Moscú", afirma Vladímir. Más adelante, a la izquierda, fosas comunes; luego, a la derecha, el cementerio militar. El asedio duró 250 días y los muertos se contaron por decenas de millares.

"Paz para el mundo" es la frase grabada sobre un puente que cruza la carretera poco antes de entrar en Inkerman, un suburbio de Sebastopol. A la ciudad como tal se accede por la avenida de Lenin, flanqueada por edificios altos y anónimos. Más adelante, otros más bajos, pero idénticos a los de las demás ciudades ex soviéticas. Cómo este año, hace aquí frío, ni siquiera la gente tiene aspecto distinto a la de Moscú o Kiev. La nota diferencial la ponen los uniformes de los marinos.

Sebastopol es una ciudad relativamente moderna, de poco más de 200 años. Fue fundada por los rusos en 1783, cuando se produjo la incorporación definitiva de Crimea al imperio de los zares. Su conquista a los turcos se había producido una década antes.

En 1854-1855, durante una nueva guerra contra Turquía, en ese momento aliada de Francia e Inglaterra, Sebastopol sufrió su primer gran asedio, de 349 días. El segundo, en 1941-1942, la convirtió en una pura ruina.

Esta historia trágica es consecuencia directa de su importancia estratégicsa: su puerto militar está en un brazo de mar que se introduce cuatro kilómetros tierra adentro, con profundidad suficiente para barcos de gran calado. Su control era clave para el dominio del mar Negro.

Al pasear por el bulevar de Primorski, con sus templetes, sus columnas, sus acacias, sus pinos y sus plátanos, se tiene la sensación de estar en una ciudad turística del Mediterráneo. Pero si el paseo se prolonga hasta la calle de Bolshaya Morskaya desaparece esa ilusión: varias decenas de mujeres forman una larga cola ante la panadería.

Si no fuera por su condición de puerto militar de primer orden, que le ha costado y sigue costándole estar cerrada al visitante, Sebastopol podría ser una localidad turística de importancia.

Penuria, tensión por la crisis de la flota y perspectivas turísticas. Sebastopol es una ciudad contradictoria y trastornada.

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