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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un Pogorefich ajeno

Ciclo Orquestas del Mundo

Orquesta Sinfónica de Rusia. Director: M. Pletnev. Pianista: 1. Pogorelich. Obras de Weber, Chaikovski, Braluns, Chopin y Shostakóvich. Auditorio Nacional de Madrid. 14 y 15 de enero.

La Orquesta Sinfónica de Rusia, con su director titular, Mijaíl Pletnev, y el pianista Ivo Pogorelich, estuvieron en Madrid hace sólo unas semanas para un concierto especial de juventudes musicales madrileñas. Han vuelto ahora para sus dos actuaciones dentro del ciclo Orquestas del Mundo y el éxito ha vuelto a acompañar a todos, tanto en el programa del martes como en el del miércoles..Se trata, ya lo escribimos, de un conjunto de alta categoría, especialmente diestro y brillante en las cuerdas, pero con aportaciones muy valiosas en las demás secciones: buenos oboes, excelentes fagotes, flautas de sonido un tanto mate y muy ágiles y precisas percusiones. Su maestro Pletnev, de 33 años, que empezó espectacularmen te su carrera musical como pianista, posee magníficos mimbres de director, aun cuando, hoy por hoy, es una enorme fuerza no del todo controlada a la que se le disparan las potencias y los tiempos. Por contra, muestra en ocasiones cierta blandura de gesto que se refleja, inmediatamente, en la respuesta de los dirigidos.

El acorde que cierra la introducción de Oberón, de Weber, que acaso no tiene otra función que la de una alertadora llamada, sino sin el vigor preciso. Pero en donde se mostró menos interesante fue en la Primera sinfonía de Brahms.: ligero, casi banal, con la entrada sin el necesario ritenuto, con tiempos excesivamente rápidos y ausencia de una poética decisiva en el maestro hamburgués como en toda la escuela romántica y posromántica alemaná. Como dicen algunos políticos, Pletnev desdramatizó a Brahms, lo que constituye un profundo error. Habrá que dar tiempo al tiempo para que el joven maestro profundice en el sinfonismo alemán hasta asimilar y transmitir sus valores sustanciales.

Apesadumbrado ciclo

Mucho mejor, incluso espléndida, su versión de la Sinfonía número 9 en mi bemol, de Dimitri Shostakóvich, verdadera sorpresa en el curso de su apesadumbrado ciclo sinfónico. Aqui, Pletnev y sus sinfónicos se movieron como el pez en el agua, y resolvieron el necesario virtuosismo de manera espectacular. Fue muy bella la traducción de Romeo y Julieta, de Chaikovski, quizá porque lo que parece estilización no es, acaso, sino corrección de tantos excesos como lleva adheridos la obertura poemática.

Ivo Pogorelich (Belgrado, 1958) volvió a encantarnos con su Concierto en si bemol menor, de Chaikovski, y nos desencantó un tanto su versión del Segundo concierto de Chopin, si salvamos el larghetto central, entendido de manera muy original, pero muy bella en todos los aspectos. Por lo demás, ya la entrada acusé una dureza sonora y expresiva que no cuadra con la partitura ni, tampoco, con los hábitos de Pogorelich. Y en el allegro viva final, el pianista parecía estar un tanto ajeno a la sustancialidad de ese continuo cantar que es Chopin, y que ha de hacerse, para empezar, desde la creación de un sonido hermoso, transparente y afectivo. Todo ello, obvio es decirlo, sin olvidar que hablamos de quien hablamos. Es el peligro de los grandes: poner el listón de exigencia tan alto como demanda su propia categoría.

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