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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Nieve verde

Sobre el artículo publicado el 23 de noviembre firmado por Javier Ortega, corresponsal de EL PAÍS en Aragón, relacionado con la producción de nieve artificial en las cinco estaciones de esquí del Pirineo aragonés, puntualizamos:Que no es ajustado, ni de rigor informativo, escribir que "ha habido algunas protestas" cuando, desde el primer momento, el 49% del Parlamento aragonés, así como los Los Verdes, se han opuesto al pretendido interés social de estás instalaciones, como a su viabilidad económica, técnica y ambiental.

En la misma época se aprobaba y publicaba en el Boletín Oficial de Aragón el decreto urgente de la Diputación DGA 85/90, del mes de junio, relativo a áreas protegidas de Aragón y obligatoriedad de evaluación de impacto ambiental, que afecta directamente a las obras de innivación en las estaciones de Panticosa, Formigal y Cerler. Parece que la D de la DGA no está informada de lo que hace la A.

Sólo más tarde, en noviembre de 1991, tras casi dos años de obras se solicitan informes técnicos oficiales, que resultan ser contundentemente negativos. Ya lo venían advirtiendo Los Verdes desde que, allá por enero de 1990, coincidieron con el director de la estación de Candanchú, presentando alegaciones similares al proyecto, pionero en seis meses, de Astún, SA.

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Hoy día las, fotos aéreas de mostrarían que más de un millón de metros cuadrados de piel de alta montaña pirenaica han sido charcutados y confitados por kilómetros de tuberías, cables y caminos; con toneladas de hormigón y bombustible se ha enterrado la misma cabecera del río Aragón en Astún. Se han perforado catas y pozos; los ibones o lagos de alta montaña, a más de 2.000 metros, han sido atacados. Y todavía falta el impacto sonoro que producirán 400 cañones de alta presión, a 60-120 decibelios cada uno, que, sin duda, alcanzará las más altas cumbres pirenaicas.

El caso es que los breves informes ambientales propuestos por las empresas fueron aprobados. El decreto urgente 85/90 no impidió que las obras se iniciaran a continuación, es decir, sabiendo realmente poco sobre hidrología de alta montaña y con la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) haciendo la vista gorda.

Es de suponer que el próximo objetivo de interés social de la DGA consista en ampliar las estaciones de esquí hacia arriba, donde lógicamente hay más nieve. De hecho, en los pliegos de condiciones al proyecto, ya está prevista una segunda fase con 75 hectáreas más de innivación artificial, con lo cual sumarían 150 hectáreas en total. Todo ello sin introducir ninguna técnica para minimizar impactos ambientales.

Lo que no se ha minimizado son los 3.000 millones de pesetas (y no 2.500) que hay detrás de este proyecto, como tampoco los más de 5.000 destinados a promocionar la candidatura de Jaca a los Juegos Olímpicos de Invierno de 1998, candidatura de la que hoy nadie se acuerda.

Este flujo de recursos, centrados en las cinco estaciones de esquí, no han supuesto un motor económico, y menos todavía capaz de contener el lento decrecimiento y envejecimiento de la población de montaña. En concreto, el citado pliego de condiciones habla de dos empleos (2) para cada estación, que aún no han sido contratados. Por otra parte, el 80% del empleo total es precario, de temporada, con lo que la mitad del año es sufragado por subsidios públicos. El número de contratos en firme no excede de los 120.

Estamos seguros de que inversiones equivalentes en investigación sobre ordenación territorial y aplicaciones al ecodesarrollo serían mucho más positivas para el resurgir de las áreas de montaña.

Para terminar, resulta penoso leer en un periódico serio que la nieve está garantizada, que se prolongará la temporada o que no se nota la diferencia entre la nieve que cae del cielo y la que producen los cañones.

Ello no impide, afortunadamente, que la estructura cristalográfica de la nieve artificial sea más parecida a la del hielo, y el bronceado matinal vire a un sospechoso tinte azulado por la tarde. Tampoco impide que la superficie resultante sea más apropiada para patinar y, por tanto, haya que afilar los esquís al máximo. En fin, los profesionales de alta competición no quieren saber nada con ella.- Consejo Internacional Asociativo Protección Pirineos (CIAPP-Aragón).

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