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Temor en El Salvador a que la extrema derecha sabotee la paz

La reincorporación de la guerrilla a la vida civil de El Salvador, tras una guerra de 12 años que ha provocado 75.000 muertos, ha comenzado a generar temores en la sociedad salvadoreña. La paz ha sido aplaudida e incluso festejada mayoritariamente, pero existe incertidumbre en el país acerca de lo que pueden estar planeando. en estos momentos la extrema derecha y los sectores inmovilistas del Ejército, que se supone han sido los únicos perdedores con el acuerdo de Nueva York.El propio presidente, Alfredo Cristiani, que recibió en las últimas horas del propio George Bush una llamada telefónica de felicitación, ha advertido que el acuerdo de paz del 31 de diciembre cuenta ya con la "inconformidad" de ciertas minorías del Ejército, institución condenada por la paz a reducir en un 50% sus actuales 55.000 efectivos humanos, incluidos jefes y oficiales.

Cristiani, que se vio forzado a decir sí al acuerdo de Nueva York cuando desde San Salvador le llovían presiones para que la fase de negociaciones traspasara el fin de año, ha dicho también que El Salvador se enfrenta a una de las etapas más críticas de su historia y reclamó 2.000 millones de dólares para la reconstrucción del país, y especialmente para reubicar a los 60.000 guerrilleros del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), que tendrán que dejar las armas.

Los ánimos latentes de venganza por parte de los sectores inmovilistas, que se suponían apagados horas después de la firma de la paz a consecuencia del eco y del apoyo internacional que tuvo la noticia, están floreciendo. Por un lado, periódicos extremistas como el Diario de Hoy, más que tender un puente por la reconciliación, han optado por alimentar odios y rencores. "Todo esto palidece ante la gravísima amenaza de incorporar a terroristas a la vida política, como dueños de tierras, dirigiendo asentamientos propios, con armas escondidas y un soporte internacional enorme", decía su último editorial.

Amnistía

El acaloramiento de las últimas horas ha impulsado al ministro de la Presidencia, Óscar Santa maría, jefe de los negociadores gubernamentales, y a Roberto Angulo, presidente de la Asamblea legislativa, a reclamar públicamente la amnistía a corto plazo. Pero también a emplear un doble lenguaje para dentro del país que disiente del ánimo de Nueva York y de la satisfacción generalizada que prevalece en el exterior acerca de que en este conflicto ninguna de las partes enfrentadas ha sido vencedora o vencida. "Esa amnistía la conce dimos nosotros como un perdón", explicó ayer Santamaría.La preocupación y el temor que se vislumbran en la población llegan también a las cancillerías extranjeras, especialmente a las de países como México, Colombia, Venezuela y España, que han agotado todos sus esfuerzos por apoyar a Pérez de Cuéllar.

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