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TRANSICIÓN EUROASIÁTICA

Yeltsin decreta la privatización de la tierra

El presidente de Rusia, Borís Yeltsin, inició ayer la reforma agraria en la federación al firmar un decreto que privatiza la propiedad de la tierra. Mientras el director del banco central de Rusia, Gueorgui Matiujin, afirmaba a la agencia Interfax que la entidad dispone de fondos para hacer frente a los gastos de sólo dos días, el Tribunal Supremo ruso consideró "necesario suspender" por anticonstitucional el decreto que dio origen al superministerio del Interior ruso, organismo que aglutina los servicios de espionaje soviéticos y los ministerios de Interior ruso y soviético.

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La nueva ley sobre la propiedad de la tierra permite a los ciudadanos la venta de tierras y obliga a los koljoses y sovjoses a convertirse en cooperativas o granjas privadas antes del próximo mes de marzo.Entretanto, y ante las demandas de un grupo de diputados rusos que consideraron anticonstitucional la normativa, Valery Zorkine, presidente del Tribunal Supremo de Rusia ha afirmado que el decreto que dio origen al superministerio del Interior, promulgado el pasado 19 de diciembre, viola la Carta Magna de la Federación Rusa.

Si la situación interior no es fácil, tampoco se presenta cómoda la cumbre que los presidentes de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) celebrarán mañana en Minsk, ya que no ha sido posible resolver previamente las discrepancias que en materia militar enfrentan a Rusia y Ucrania.

La afirmación hecha el viernes por el presidente de Ucrania, Leonid Kravchuk, de que se estaban limando las diferencias entre su país y Rusia en torno al futuro de las Fuerzas Armadas -"las principales cuestiones están arregladas", dijo- ha sido ampliamente desmentida tanto por sus propios correligionarios ucranios como por el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de la CEI, mariscal Yevgueni Sháposhnikov.

Este último ha afirmado ante la prensa que tres repúblicas, Ucrania, Moldavia y Azerbaiyán, insisten en constituir rápidamente sus propios Ejércitos, a pesar de que todos los demás,están de acuerdo en pasar del actual planteamiento de Fuerzas Armadas únicas al de Fuerzas Armadas unidas.

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La falta de acuerdo persiste aun después de que los ministros de Defensa de los Estados de la CEI se reunieran en Moscú y de que el mariscal Sháposhnikov se desplazara a Kiev para negociar directamente con Kravchuk una salida que permitiera llegar a la cumbre de jefes de Estado de la CEI de mañana con una propuesta sobre la cuestión militar susceptible de ser aprobada.

Modelo francés

Según manifestó ayer el presidente de la Comisión de Defensa del Parlamento ucranio, Vasil Durdánets, en la entrevista del viernes en Kiev, "Sháposhnikov trató de convencer a Kravchuk sobre la conveniencia de formar un Ejército unido de transición durante cinco años, pero el mariscal se fue decepcionado" de Ucrania.

Otro parlamentario ucranio, Stepán Jmara, entrevistado por la agencia France Presse, iba un poco más allá al afirmar: "Los otros Estados han empezado a comprender que Ucrania no quiere formar parte de ningún tipo de imperio, sino que desea tener dentro de la Comunidad la misma posición que tiene Francia dentro de la Alianza Atlántica: pertenecer a los órganos de decisión política, pero no a la organización militar".

El último informativo del viernes de la televisión rusa, sin citar fuentes, puso de manifiesto uno de los puntos importantes de desacuerdo entre Ucrania y Rusia. "El presidente ucranio, Leonid Kravchuk", dijo el locutor, "se ha declarado opuesto al control nuclear único por parte del presidente de Rusia, Borís Yeltsin, por lo que indica que la reunión de Minsk se presenta difícil".

Incluso,en el caso de que hubiera acuerdo sobre las cuestiones más globales, es decir, que se acabara cediendo a las pretensiones de Ucrania en la cuestión del control nuclear y en el de la creación de un Ejército propio, aún quedaría el envenado asunto de quién se queda con la flota del Mar Negro o, cómo se divide entre Ucrania, Rusia y la CEI como conjunto. Se trata nada menos que de 126 buques de guerra.

Rusia asignó ayer al puerto nórdico de Murmansk el portaaviones nuclear Almirante Kuznestov, buque que era el orgullo de la Armada soviética. El portaaviones abandonó las aguas del mar Negro, con lo que Rusia garantiza que retendrá el control sobre este navío.

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