Diplomáticos soviéticos, en desconcierto
Vladímir Akulin, Víktor Cherni, Alexandr Alexandrovich Eremeiev, Leonid Safonov, Serguéi Gurov, Iván Gromanov y Víktor Georgiyevich Komplektov parecen estos días pulpos en un garaje. Se trata de algunos de los 300 diplomáticos de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas destinados en Washington.Como el resto de sus compañeros, los Akulin, Cherni y Komplektov de turno están esperando a que las aguas vuelvan a su cauce y que el periodo de transición entre lo que significa ser diplomáticos soviéticos y diplomáticos rusos sea lo más llevadero y breve posible. Algunos serán ascendidos; otros, despedidos y repatriados.
Los problemas serán mayores para aquellos diplomáticos de la antigua URSS que no son rusos. Seguramente se quedarán sin trabajo hasta que Bielorrusia o Ucrania compren o alquilen una casa para instalar allí su Embajada en Washington. Pero lo peor es que nadie sabe nada de nada.
Todo son dudas: ningún funcionario tiene idea de lo que le va a pasar mañana, el jueves o el sábado de la semana próxima. "Es una cuestión de tiempo. Todo lo que puedes hacer es esperar. Esto es como un parto. No puedes hacer otra cosa que no sea esperar", explica Viachleslav Ponomarenko, consejero de información de la Embajada soviética en la capital norteamericana.
De momento, el primer cambio es visible.. La Embajada, situada en la calle 16, ha cambiado la bandera y la placa de la entrada. En lugar de la bandera roja con la hoz y el martillo ondea la bandera blanca, azul y roja de Rusia y una chapa con el nombre Embassy of the Russian Federation ha sustituido a la antigua Embassy of the USSR. La telefonista también refleja el cambio dando respuesta a las llamadas con la frase: "Ha conectado usted con la Embajada rusa, ¿en qué puedo servirle?".
Los problemasque plantea un cambio político de esta magnitud son difíciles de explicar y entender. No todos los días desaparece un país de la magnitud de la antigua URSS.
El embajador soviético en Washington, Komplektov, es uno de los funcionarios a los que menos gusta especular sobre el futuro inmediato, lo que no ocurre con los funcionarios de a pie con familias y con colegios en pleno curso.
Las anécdotas se producen a diario. Nuria Ribó, corresponsal de Televisión Española en Nueva York, se va los próximos días a Rusia. Cuando tuvo que hacer efectivo el importe de la tramitación de su visado, el cajero no sabía si el portador del cheque era la Embajada soviética o la Embajada rusa. Finalmente optó por incluir el viejo nombre con la esperanza de que alguien lo cobre.
Más información en la página 8 de Domingo
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