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Defensa de un territorio acosado

Más de cien proyectos científicos están en marcha para proteger el parque de Doñana

Miles de ánades entran al amanecer desde la marisma hasta la duna a comer arena, que sustituye a la dentadura que no tienen para triturar el alimento. Que nadie dispare contra ellos, que el nivel del agua sea el adecuado en el territorio, o controlar que no esté envenenada con pesticidas, son acciones que forman parte de la lucha que mantiene el parque nacional de Doñana para defenderse del acoso constante de un entorno altamente humanizado. Más de cien proyectos científicos pretenden, de una u otra forma, proteger el ecosistema complejo de este territorio.

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"En el planeta sólo quedan la Antártida y el Amazonas como territorios vírgenes, y fuera de ellos conservar la naturaleza significa manejarla", afirma Jesús Casas, director del parque nacional. Como resultado de la actuación vigilante, Doñana muestra una naturaleza imposible en el espacio de toda Europa, intensamente transformado por el hombre.La marisma, la mitad de las 51.000 hectáreas del parque nacional, es marrón en otoño, azul en invierno, verde en primavera y una planicie ocre de arcilla cuarteada en verano. "Doñana es el agua, subterránea y superficial", dice Antonio Calderón, subdirector de la estación biológica en el parque. A la marisma han llegado ya este otoño 65.000 ánades; en la primavera el parque alojará hasta un millón de aves, y el régimen hídrico del territorio es extremadamente delicado. Casas ex plica que se pretende mantener la dinámica de la marisma lo más parecida a la situación anterior a los procesos de transformación que se hicieron en los; años cincuenta y sesenta.

Sanear el agua

Sanear caños por los que entra el agua desde el río, abrir o cerrar compuertas si la lluvia no responde a las necesidades son actividades estrictamente controladas en Doñana. Igualmente medida está la tala anual de 600 hectáreas de eucaliptos de las 5.000 plantadas en la zona hace 40 años, que ahora impiden el desarrollo del matorral autóctono necesario para alimentar a la fauna. Pero al mismo tiempo hay que instalar conejeras en el campo abierto que queda para proteger de los milanos a los conejos de cuya abundancia depende la alimentación de linces y águilas.Los miles de aves procedentes del norte de Europa que pasan el invierno en Doñana se cuentan desde aviones una vez al mes. "Los aforadores calculan de un vistazo el número de ejemplares por especies, y para ello se entrenan haciendo recuentos de puñados de lentejas, judías y garbanzos en el suelo, de forma que conocen su factor de error en el conteo", explica Calderón. La estrategia de conservación de Doñana es actualmente proteger ecosistemas complejos, lograr un equilibrio viable entre las poblaciones de animales y plantas que se alimentan y compartan el territorio, y no la salvaguardia de especies concretas como en un zoológico o en un jardín botánico. Las especies en riesgo de extinción como el lince y el águila imperial española son la única excepción.

Hasta 15 ejemplares del medio centenar de linces que viven en el entorno suelen llevar en el cuello radiotransmisores para que los científicos estudien sus movimiento y necesidades territoriales. Varias tortugas cargan en el caparazón con carretes de hilos de colores para hacer el seguimiento de sus desplazamientos. Son investigaciones de la estación biológica, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

"Hay más de cien proyectos científicos", dice Calderón. "Creo que hay un exceso de estudios sobre vertebrados en la estación biológica, aunque otras instituciones se ocupan de problemas diferentes", continúa, "pero haría falta estudiar a fondo la incidencia de la actividad humana y valorar el efecto acumulado de actuaciones individuales".

Junto al trabajo de la estación, otros centros se encargan de la fauna. Así, en el centro de recuperación, se recogen las aves accidentadas o enfermas, y acaba de inaugurarse un quirófano para operar a pájaros. "Llegan, sobre todo, heridos por armas de fuego en los alrededores del parque", dice Celia Sánchez, veterinaria. En las jaulas del centro están actualmente en recuperación 60 aves, entre acuáticas y rapaces. Pretendemos no sólo curarlas, sino que alcancen condiciones de sobrevivir en el campo, lo contrario de la domesticación", comenta Pablo Pereira. En una jaula se estudia el comportamiento de un grupo de rapaces junto a unos postes de la luz para averiguar qué estructura es menos atractiva para ellas.

Malvasías y linces

En el centro de recuperación de malvasías se ha logrado ampliar la población de 28 patos -los únicos que quedaban en Europa- a 550. El año próximo se inaugurarán las instalaciones para la cría del lince en cautividad. Con la actividad combinada de investigación y conservación no se ha perdido ninguna especie en Doñana y se han incrementado consideramente las poblaciones de las amenazadas.Los conservadores de Doñana afirman que el estado del parque nacional es bueno, e insisten en aclarar el controvertido problema del agua. "La marisma se alimenta de la lluvia y del río, con un ciclo natural de abundancia y sequía en que no influyen las aguas subterráneas tan disputadas con el entorno", dice Casas. De la capa freática, sin embargo, depende la humedad de la vera, una franja de 50 kilómetros de longitud y hasta uno de ancho, que separa la marisma de las arenas y garantiza la supervivencia durante el verano de los animales, sobre todo ciervos (1.000) y gamos (2.000). "La vera es un ecosistema frágil", afirma Eduardo Crespo, director adjunto del parque.

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