Reserva para el disfrute ciudadano

El parque nacional está vallado, los guardas vigilan y las puertas están cerradas con candados. Algunas de ellas se abren cada día para dar paso a 250 visitantes como máximo, en grupos organizados. El ecosistema no aguanta más presión. Pero Eudardo Crespo, director adjunto del parque, afirma que la función de la reserva natural es, además de la protección, ponerla a disposición del uso y disfrute de los ciudadanos. "Cuando se asegura la conservación del parque, gana importancia el contacto con los visitantes", dice, aunque comenta que el equilibrio es difícil. Una extensa infraestructura en desarrollo permite a miles de personas asomarse al parque desde varios puntos de sus propios límites sin acosarlo.Desde pasarelas, senderos y observatorios en el borde exterior de la marisma se ve perfectamente la fauna y el paisaje. Existen tres centros de visitantes y están en construcción otros cuatro. Campamentos para la educación medioambiental infantil, exposiciones y actividades relacionadas con la naturaleza ofrecen al visitantes una visión y explicación de lo que es Doñana sin sobrepresionar. Este año han acudido 250.000 personas a estos centros periféricos y para 1992, con la Expo en Sevilla, se espera un millón de visitantes.

El territorio del parque es resultado de la acción del Guadalquivir frenado en su desembocadura por una lengua de arena que se formó hace 3.000 años. Cotos de caza privados en extensas zonas, actividades tradicionales de pesca, agricultura, ganadería o carboneo han modificado la naturaleza virgen. Ahora la caza está estrictamente prohibida en el parque; los usos tradicionales, limitados y controlados, y el paso de personas, muy restringido. Los seres humanos molestan a la fauna y flora con sus ruidos, movimientos y vehículos.

Sin embargo, durante tres días al año, por Pentecostés, 5.000 personas atraviesan en mil vehículos el parque nacional de Doñana desde Sanlúcar de Barrameda hasta el Rocío. Los rocieros dejan cada año 25 toneladas de basura.